Como parte de la diáspora, la cineasta está interesada en contar la historia de miles de venezolanos que sufren, dentro y fuera, por la crisis del país. Su propósito como artista es señalar la realidad para que se genere un diálogo y cambios de mentalidad. Su documental, fuera de la carrera por el Oscar, le cambió la vida radicalmente. Está clara: no le interesa hacer ficción. Trabaja en dos proyectos que involucran a las ONG y a niños que se quedan en el país cuando sus padres deciden emigrar
Alba Freitas
A Anabel Rodríguez Ríos la historia de los millones de venezolanos que migran, se derrumban, huyen y escapan de Venezuela es lo que la motiva a contar historias en la pantalla grande. La directora de Érase una vez en Venezuela, una de los tantos venezolanos de la diáspora, está interesada en reflexionar y, sobre todo, participar creativamente en un momento tan trágico para el país. Su propósito como artista es señalar la realidad que se vive para generar un cambio de mentalidad y un espacio de diálogo, tan necesarios hoy.
Érase una vez en Venezuela fue la candidata por el país a los premios Oscar, en los que esperaba una postulación en las categorías Mejor Documental y Mejor Película Internacional. Pero, luego de un esfuerzo titánico, y el acompañamiento de miles de venezolanos dentro y fuera del país, la cinta, que ha participado en más de 25 festivales, no logró entrar en la lista de preseleccionadas.
La historia del Congo Mirador, un pequeño pueblo de palafitos ubicado en el Lago de Maracaibo, en el estado Zulia, ha llegado lejos. La película es una mirada a las heridas del país, de su gente que camina por días en busca de un futuro mejor. La cinta se filmó durante cinco años y sigue la vida de sus habitantes. Entre la sedimentación del agua y el abandono de las autoridades, el lugar poco a poco desaparece por la migración de los lugareños.
El miércoles 10 de febrero Anabel Rodríguez Ríos participó en un live en el Instagram de El Nacional en el que habló de cómo recibió la noticia del Oscar, de lo que significó hacer la película, de la unión que generó el documental entre los venezolanos y de sus proyectos futuros. Una conversación en la que los participantes, muchos migrantes, le agradecieron por retratar un país abandonado casi sin esperanzas.
Érase una vez en Venezuela actualmente está disponible en las salas de cine en Venezuela durante la semana de flexibilización.