Inicio Economía Francisco González Yanes, de emigrante a bodeguero

Francisco González Yanes, de emigrante a bodeguero

Por: Nerea Serrano

Este canario emigró a Venezuela junto a su familia para buscarse la vida. Y vaya si lo hizo: tuvo un banco, compró una aerolínea, es dueño de una distribuidora y en 2012 montó su propia bodega en Tenerife. «El vino me ha obligado a trabajar la paciencia».

Francisco González Yanes (Puerto de la Cruz, Tenerife, 1948) tenía cuatro años cuando emigró a Venezuela junto a sus padres y sus cinco hermanos. Después regresó a España a estudiar hasta que a los 22 años decidió instalarse en Caracas para buscarse la vida. Una existencia autodidacta llena de anécdotas, variopintos negocios -algunos fallidos- y lecciones que han envejecido en barrica hasta fluir en su último negocio, El Sitio, una bodega en su tierra natal. «Me quería retirar en Canarias».

«La seriedad es el mejor negocio»

Su trayectoria es la de un empresario hecho a sí mismo, de manual. El primer capítulo podría ser sobre el grupo que fundó junto a sus cinco hermanos en Caracas y que tenía negocios de lo más variados, ¿no?Tuvimos un gran grupo y uno de los mayores negocios fue Banco Canarias, que fundó mi hermano Rafael y del que yo fui socio hasta que lo vendimos a una empresa afín al gobierno justo antes de la nacionalización de los bancos en Venezuela.

Usted miraba más alto… Siempre me gustó la aviación, así que en 1997 compré la aerolínea Santa Bárbara cuando estaba al borde del rescate. En ese momento quiebra Viasa, la aerolínea venezolana de bandera, y había un tratado bilateral que sólo permitía a Iberia operar la ruta entre España y Venezuela.

Pero eso cambió, ¿no? Hice lobby para que se abriera esa ruta, y por fin conseguí entrar en 2003. Eso me creó algunos enemigos, pero fue mi gran éxito aeronáutico. Las grandes corporaciones a veces no ven las cosas obvias y son lentas en la toma de decisiones; para mí, esa ruta era la única oportunidad. También monté Islas Airways, con vuelos domésticos entre las Islas Canarias, para que mi hija la dirigiera, pero Gabriela quiso volver a Estados Unidos y yo no podía gestionarla desde Venezuela, así que la vendí.

¿Antes de que la aerolínea fuera acusada de fraude con las subvenciones para residentes canarios? Sí, en ese momento ya llevaba años sin ser de mi propiedad. También vendí Santa Bárbara.

¿Estos negocios los levantó solo o bajo el amparo del grupo familiar?A finales de los 90 decidimos dividir las empresas del grupo entre los hermanos y que cada uno tuviera su propia compañía. Yo me quedé con la parte aeronáutica.

¿Hubo problemas familiares? Nos separamos justamente para evitarlos. Nosotros éramos emigrantes que no teníamos formación para montar una empresa familiar, aún así nos llevábamos muy bien, pero al dar el salto a la siguiente generación dejó de ser fácil; cada uno, como padre, pretende que sea su hijo el sucesor. Supimos tomar la decisión de separar familia y negocio a tiempo, y eso hizo que nos lleváramos aún mejor. Nuestros padres siempre nos inculcaron la importancia de la unión familiar.

Y ahora usted tiene varias empresas con sus tres hijos. ¿Con la familia que uno mismo crea es más fácil trabajar? Siempre hay que tener mano izquierda para trabajar con gente que comparte tu apellido, pero es que mis hijos no continúan mis negocios, son propietarios también y yo sólo soy un socio más.

¿Qué les ha enseñado? Llevan conmigo desde los 18 años y me han superado con creces en muchas cosas. Les he transmitido mi ley: hay que cumplir, porque la seriedad es el mejor negocio.

¿Se puede cumplir siempre? Lo importante no es el hecho de cumplir, sino dar la cara.Entre los negocios que comparte con sus hijos está una distribuidora de licores y la marca de ron Cañaveral, ¿no?Sí, la estamos reposicionando para que entre en España y siga expandiéndose en Estados Unidos.

¿Es difícil vender un producto ‘made in Venezuela’? El ron no, porque el venezolano está considerado el mejor del planeta. Por ejemplo, el ron más vendido de Diageo en el mundo es Cacique y es venezolano.

Aunque ahora pasa más tiempo en España, conoce muy bien Venezuela. ¿Cómo se ve la situación del país desde dentro? Venezuela es un país rico donde queda tanto por hacer… aunque más bien hay que rehacerlo todo. Ahora hemos apreciado ciertas libertades económicas internas. Yo sigo creyendo en Venezuela, pero vaticino un futuro muy incierto.

¿Y qué opina del cambio de posición de España ante el Gobierno venezolano? Imagino que Podemos estará haciendo una presión grande a Pedro Sánchez. Es lo único que se me ocurre para entender que el presidente no recibiera a Guaidó cuando visitó España recientemente, o el encuentro del aeropuerto de Barajas.

¿Creó la bodega en Tenerife para tener un negocio en España?No, la fundé porque tengo 72 años y no quiero estar en la plaza del pueblo viendo pasar la gente. Necesito una actividad.

Un buen vino es el fruto de un trabajo de años. ¿El Sitio es una metáfora de su trayectoria? El vino es un mundo más lento de lo que yo estoy acostumbrado; me ha obligado a trabajar la paciencia. Y no quiero distribuidores que me vendan miles de cajas, sino que traten bien mi producto; busco el reconocimiento de estos vinos con uvas que sólo puedes encontrar en Canarias.

¿Cómo afectará la emergencia sanitaria al sector a largo plazo? Todo depende del tiempo que tarde la economía en andar de nuevo y quién llegue vivo para esa época.

El confinamiento invita a reflexionar. ¿Se arrepiente de algunas decisiones de su vida? No. He hecho muy malos negocios, pero he aprendido de ellos.

¿La bodega será ‘el sitio’ donde termine su trayectoria? Tengo muchas cosas por hacer todavía, pero si me meto en algún negocio más, mi mujer se divorcia.

Fuente: expansion.com

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Francisco González Yanes (Puerto de la Cruz, Tenerife, 1948) tenía cuatro años cuando emigró a Venezuela junto a sus padres y sus cinco hermanos. Después regresó a España a estudiar hasta que a los 22 años decidió instalarse en Caracas para buscarse la vida. Una existencia autodidacta llena de anécdotas, variopintos negocios -algunos fallidos- y lecciones que han envejecido en barrica hasta fluir en su último negocio, El Sitio, una bodega en su tierra natal. «Me quería retirar en Canarias».

«La seriedad es el mejor negocio»

Su trayectoria es la de un empresario hecho a sí mismo, de manual. El primer capítulo podría ser sobre el grupo que fundó junto a sus cinco hermanos en Caracas y que tenía negocios de lo más variados, ¿no?Tuvimos un gran grupo y uno de los mayores negocios fue Banco Canarias, que fundó mi hermano Rafael y del que yo fui socio hasta que lo vendimos a una empresa afín al gobierno justo antes de la nacionalización de los bancos en Venezuela.

Usted miraba más alto… Siempre me gustó la aviación, así que en 1997 compré la aerolínea Santa Bárbara cuando estaba al borde del rescate. En ese momento quiebra Viasa, la aerolínea venezolana de bandera, y había un tratado bilateral que sólo permitía a Iberia operar la ruta entre España y Venezuela.

Pero eso cambió, ¿no? Hice lobby para que se abriera esa ruta, y por fin conseguí entrar en 2003. Eso me creó algunos enemigos, pero fue mi gran éxito aeronáutico. Las grandes corporaciones a veces no ven las cosas obvias y son lentas en la toma de decisiones; para mí, esa ruta era la única oportunidad. También monté Islas Airways, con vuelos domésticos entre las Islas Canarias, para que mi hija la dirigiera, pero Gabriela quiso volver a Estados Unidos y yo no podía gestionarla desde Venezuela, así que la vendí.

¿Antes de que la aerolínea fuera acusada de fraude con las subvenciones para residentes canarios? Sí, en ese momento ya llevaba años sin ser de mi propiedad. También vendí Santa Bárbara.

¿Estos negocios los levantó solo o bajo el amparo del grupo familiar?A finales de los 90 decidimos dividir las empresas del grupo entre los hermanos y que cada uno tuviera su propia compañía. Yo me quedé con la parte aeronáutica.

¿Hubo problemas familiares? Nos separamos justamente para evitarlos. Nosotros éramos emigrantes que no teníamos formación para montar una empresa familiar, aún así nos llevábamos muy bien, pero al dar el salto a la siguiente generación dejó de ser fácil; cada uno, como padre, pretende que sea su hijo el sucesor. Supimos tomar la decisión de separar familia y negocio a tiempo, y eso hizo que nos lleváramos aún mejor. Nuestros padres siempre nos inculcaron la importancia de la unión familiar.

Y ahora usted tiene varias empresas con sus tres hijos. ¿Con la familia que uno mismo crea es más fácil trabajar? Siempre hay que tener mano izquierda para trabajar con gente que comparte tu apellido, pero es que mis hijos no continúan mis negocios, son propietarios también y yo sólo soy un socio más.

¿Qué les ha enseñado? Llevan conmigo desde los 18 años y me han superado con creces en muchas cosas. Les he transmitido mi ley: hay que cumplir, porque la seriedad es el mejor negocio.

¿Se puede cumplir siempre? Lo importante no es el hecho de cumplir, sino dar la cara.Entre los negocios que comparte con sus hijos está una distribuidora de licores y la marca de ron Cañaveral, ¿no?Sí, la estamos reposicionando para que entre en España y siga expandiéndose en Estados Unidos.

¿Es difícil vender un producto ‘made in Venezuela’? El ron no, porque el venezolano está considerado el mejor del planeta. Por ejemplo, el ron más vendido de Diageo en el mundo es Cacique y es venezolano.

Aunque ahora pasa más tiempo en España, conoce muy bien Venezuela. ¿Cómo se ve la situación del país desde dentro? Venezuela es un país rico donde queda tanto por hacer… aunque más bien hay que rehacerlo todo. Ahora hemos apreciado ciertas libertades económicas internas. Yo sigo creyendo en Venezuela, pero vaticino un futuro muy incierto.

¿Y qué opina del cambio de posición de España ante el Gobierno venezolano? Imagino que Podemos estará haciendo una presión grande a Pedro Sánchez. Es lo único que se me ocurre para entender que el presidente no recibiera a Guaidó cuando visitó España recientemente, o el encuentro del aeropuerto de Barajas.

¿Creó la bodega en Tenerife para tener un negocio en España?No, la fundé porque tengo 72 años y no quiero estar en la plaza del pueblo viendo pasar la gente. Necesito una actividad.

Un buen vino es el fruto de un trabajo de años. ¿El Sitio es una metáfora de su trayectoria? El vino es un mundo más lento de lo que yo estoy acostumbrado; me ha obligado a trabajar la paciencia. Y no quiero distribuidores que me vendan miles de cajas, sino que traten bien mi producto; busco el reconocimiento de estos vinos con uvas que sólo puedes encontrar en Canarias.

¿Cómo afectará la emergencia sanitaria al sector a largo plazo? Todo depende del tiempo que tarde la economía en andar de nuevo y quién llegue vivo para esa época.

El confinamiento invita a reflexionar. ¿Se arrepiente de algunas decisiones de su vida? No. He hecho muy malos negocios, pero he aprendido de ellos.

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Fuente: expansion.com

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