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La revolución del pollo a domicilio: así sortea Instagram el desabastecimiento en Venezuela

Varias cuentas permiten a los expatriados hacer la comprar para sus familiares en Venezuela a través de Instagram

Marta Juste

Desde hace cuatro años, además de usar Instagram para publicar fotos o fisgonear stories, Zuleima recurre a esta red como un supermercado «clandestino» mediante el que asegurarse de que su madre en Caracas puede comer pollo o huevos cada quince días. Y no es la única.

La posibilidad de hacer la compra mediante mensajes directos de Instagram o WhatsApp se ha convertido en una fórmula eficaz para los expatriados que quieren cerciorarse de que sus familiares en Venezuela reciben alimentos básicos.

‘La mejor forma de programar la compra de tus familiares en Venezuela desde el exterior’, dicen desde @buendelivery en su página de Instagram, donde acumulan casi 23.000 usuarios.

‘Despachos en todo el territorio nacional’, anuncian en @pidapollodelivery, con más de 36.000 seguidores. Éstas son sólo dos de los bodegones que se pueden encontrar en Instagram y que se dirigen a venezolanos fuera de su país. «Normalmente enviaba el dinero, pero en mis grupos de amigos venezolanos en España se empezó a comentar la existencia de estas páginas en Instagram, y decidí probar.

Prefería que mi madre recibiera la compra en casa y que no que tuviera que estar días esperando en un súper para una docena de huevos».

Los perfiles de venta de alimentos online comenzaron a proliferar hace cinco años cuando hacer la compra en Venezuela suponía pasar horas y horas en una cola por culpa del desabastecimiento en el país.

«En ese momento Venezuela estaba pasando una situación más complicada de la que está pasando ahora, sobre todo por conseguir determinadas mercancías. Las largas colas eran algo catastrófico porque, además, se juntan temas políticos con grupos armados en el que no voy a profundizar, pero se encargaban de llevar un control o un orden en las colas y te pedían un pago. Todo al margen de la ley. Además, yo tenía un local y sufrí varios robos, así que para trabajar con comodidad decidí cerrarlo y trabajar a puerta cerrada, con un cliente que prefiere tranquilidad. Es ampliar la visión a un negocio más europeo o estadounidense: la compra online sin tener que ir a un supermercado», explica Kervyn Castillo, fundador de Pidapollo Delivery.

Castillo optó por empezar a promocionarse por Instagram al considerar la red social una plataforma de gran alcance «donde los usuarios están siempre conectados, ya sea para ver noticias o para saber del mundo de la farándula.

También me planteé la idea de trabajar mediante una web, pero aquí hay mucho descontrol en cuanto al tema de los precios, con una inflación galopante.

Trabajar con una página web sería cambiar los precios constantemente, a menos que se trabaje con precios superelevados, y no es mi intención. Lo que busco es captar clientes con precios similares a los de un espacio físico».

Para hacer la compra mediante Pidapollo o cualquiera de las otras páginas de delivery en Venezuela que se anuncian en Instagram, es necesario contactar con ellos mediante mensaje directo en la red social o mediante WhatsApp.

En el caso de la compañía de Kervin, él mismo se encarga de enviar al comprador un total de 13 fotos en las que se muestra un listado con todos los productos y su precio actualizado: carnicería, pescadería, charctutería, frutería e incluso productos asiáticos, se pueden encontrar en este súper social en el que poder pagar en euros, bolívares o dólares mediante giros, PayPal o Zelle, entre otras opciones.

«El cliente arma el pedido con mi ayuda, yo le paso el precio total y le indico cómo pagar. Una vez que han hecho el pago me envían el comprobante, lo verifico y paso la comanda a mis trabajadores para que el pedido se organice y sea entregado.

Voy a todas partes de Venezuela, hasta tengo un cliente que vive en Madrid y pide la compra para un familiar en Margarita, que es una isla. No hay problema, además nos encargamos de todo nosotros, sin intermediarios», apunta.

Según el responsable de Pidapollo, sus principales clientes son Estados Unidos y Europa, aunque recibe comandas de muchos otros lugares como Australia o Dubái. «Es un negocio totalmente legal.

Hay muchos negocios que incluso llevan más de 50 años en Venezuela y ahora han decidido empezar a publicitarse en Instagram para que el usuario conozca bien lo que vende.

Esto es legal. El único problema que tenemos los Venezolanos ahora es el de mantener los precios, por la fuerte inflación que hay».

La opción de la compra a domicilio se ha establecido como la mejor opción para que los familiares o amigos expatriados se aseguren del abastecimiento de los suyos, aunque muchos de estos portales en Instagram han derivado en páginas webs en las que poder hacer la compra tanto desde dentro como fuera del país.

Según Luis Carlos Díaz, periodista venezolano afincado en Caracas, «es una buena opción también para los residentes, pues te permite conocer el precio de las cosas sin salir de casa, aunque está enfocado solo para familias pudientes. En un entorno hiperinflacionario, recorrer locales desgasta y genera mucha inecertidumbre.

Además, también es muy buena opción para aquellos comerciantes que ya no tienen un espacio físico para ofrecer sus productos. En Venezuela hay muchas tiendas que han sido tomadas por el Estado, a veces son extorsionados por quienes cobran impuestos o por bandas criminales que te cobran para no robarte.

Y en este mercado negro, la compra online da a la gente certeza de que hay producto y de que hay mejor trato si hay entrega a domicilio».

Un cartón de huevos, dos salarios

El uso de estas plataformas no soluciona el problema de los altos precios, de ahí que sean una herramienta empleada fundamentalmente por familiares y amigos que compran desde fuera del país.

Según la lista facilitada por Pidapollo, un cartón de huevos cuesta 4,5 euros al cambio (360.000 bolívares). El salario mínimo en Venezuela aumentó a principios de año un 66,6 % hasta los 250.000 bolívares mensuales (3,15 euros).

«¿Es fácil comprar leche o huevos? Si esta pregunta me la hubieses hecho de 2011 a 2018, te hubiera dicho que no. La leche fresca no se vendía y los huevos eran complicados de adquirir desde el año 2012, cuando un vicepresidente fijó el cartón como en una tercera parte de lo que costaban realmente y llevó a la quiebra a los productores de huevos.

Pero este año puedes ir a cualquier supermercado a comprar estos huevos o leche y hay, eso sí, con asterisco, porque lo hay para el 10% de la población que puede pagarlo. Actualmente un litro de leche cuesta 100.000 bolívares y un pensionado gana 250.000, le alcanza para 2 litros y medio al mes y no podría gastar en nada más.

Un cartón de huevos cuesta casi dos meses de salario mínimo o de pensión. El estado quebró a la industria y ahora la poca que está produciendo, lo hará para el 10% de la población. Solo pueden vivir dignamente aquellos que cobran en dólares, que reciban remesas o que generen divisas de otra manera», explica el periodista.

Fuente https://www.elmundo.es/tecnologia/2020/02/25/5e5409d8fdddffa0878b4609.html

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Desde hace cuatro años, además de usar Instagram para publicar fotos o fisgonear stories, Zuleima recurre a esta red como un supermercado «clandestino» mediante el que asegurarse de que su madre en Caracas puede comer pollo o huevos cada quince días. Y no es la única.

La posibilidad de hacer la compra mediante mensajes directos de Instagram o WhatsApp se ha convertido en una fórmula eficaz para los expatriados que quieren cerciorarse de que sus familiares en Venezuela reciben alimentos básicos.

‘La mejor forma de programar la compra de tus familiares en Venezuela desde el exterior’, dicen desde @buendelivery en su página de Instagram, donde acumulan casi 23.000 usuarios.

‘Despachos en todo el territorio nacional’, anuncian en @pidapollodelivery, con más de 36.000 seguidores. Éstas son sólo dos de los bodegones que se pueden encontrar en Instagram y que se dirigen a venezolanos fuera de su país. «Normalmente enviaba el dinero, pero en mis grupos de amigos venezolanos en España se empezó a comentar la existencia de estas páginas en Instagram, y decidí probar.

Prefería que mi madre recibiera la compra en casa y que no que tuviera que estar días esperando en un súper para una docena de huevos».

Los perfiles de venta de alimentos online comenzaron a proliferar hace cinco años cuando hacer la compra en Venezuela suponía pasar horas y horas en una cola por culpa del desabastecimiento en el país.

«En ese momento Venezuela estaba pasando una situación más complicada de la que está pasando ahora, sobre todo por conseguir determinadas mercancías. Las largas colas eran algo catastrófico porque, además, se juntan temas políticos con grupos armados en el que no voy a profundizar, pero se encargaban de llevar un control o un orden en las colas y te pedían un pago. Todo al margen de la ley. Además, yo tenía un local y sufrí varios robos, así que para trabajar con comodidad decidí cerrarlo y trabajar a puerta cerrada, con un cliente que prefiere tranquilidad. Es ampliar la visión a un negocio más europeo o estadounidense: la compra online sin tener que ir a un supermercado», explica Kervyn Castillo, fundador de Pidapollo Delivery.

Castillo optó por empezar a promocionarse por Instagram al considerar la red social una plataforma de gran alcance «donde los usuarios están siempre conectados, ya sea para ver noticias o para saber del mundo de la farándula.

También me planteé la idea de trabajar mediante una web, pero aquí hay mucho descontrol en cuanto al tema de los precios, con una inflación galopante.

Trabajar con una página web sería cambiar los precios constantemente, a menos que se trabaje con precios superelevados, y no es mi intención. Lo que busco es captar clientes con precios similares a los de un espacio físico».

Para hacer la compra mediante Pidapollo o cualquiera de las otras páginas de delivery en Venezuela que se anuncian en Instagram, es necesario contactar con ellos mediante mensaje directo en la red social o mediante WhatsApp.

En el caso de la compañía de Kervin, él mismo se encarga de enviar al comprador un total de 13 fotos en las que se muestra un listado con todos los productos y su precio actualizado: carnicería, pescadería, charctutería, frutería e incluso productos asiáticos, se pueden encontrar en este súper social en el que poder pagar en euros, bolívares o dólares mediante giros, PayPal o Zelle, entre otras opciones.

«El cliente arma el pedido con mi ayuda, yo le paso el precio total y le indico cómo pagar. Una vez que han hecho el pago me envían el comprobante, lo verifico y paso la comanda a mis trabajadores para que el pedido se organice y sea entregado.

Voy a todas partes de Venezuela, hasta tengo un cliente que vive en Madrid y pide la compra para un familiar en Margarita, que es una isla. No hay problema, además nos encargamos de todo nosotros, sin intermediarios», apunta.

Según el responsable de Pidapollo, sus principales clientes son Estados Unidos y Europa, aunque recibe comandas de muchos otros lugares como Australia o Dubái. «Es un negocio totalmente legal.

Hay muchos negocios que incluso llevan más de 50 años en Venezuela y ahora han decidido empezar a publicitarse en Instagram para que el usuario conozca bien lo que vende.

Esto es legal. El único problema que tenemos los Venezolanos ahora es el de mantener los precios, por la fuerte inflación que hay».

La opción de la compra a domicilio se ha establecido como la mejor opción para que los familiares o amigos expatriados se aseguren del abastecimiento de los suyos, aunque muchos de estos portales en Instagram han derivado en páginas webs en las que poder hacer la compra tanto desde dentro como fuera del país.

Según Luis Carlos Díaz, periodista venezolano afincado en Caracas, «es una buena opción también para los residentes, pues te permite conocer el precio de las cosas sin salir de casa, aunque está enfocado solo para familias pudientes. En un entorno hiperinflacionario, recorrer locales desgasta y genera mucha inecertidumbre.

Además, también es muy buena opción para aquellos comerciantes que ya no tienen un espacio físico para ofrecer sus productos. En Venezuela hay muchas tiendas que han sido tomadas por el Estado, a veces son extorsionados por quienes cobran impuestos o por bandas criminales que te cobran para no robarte.

Y en este mercado negro, la compra online da a la gente certeza de que hay producto y de que hay mejor trato si hay entrega a domicilio».

Un cartón de huevos, dos salarios

El uso de estas plataformas no soluciona el problema de los altos precios, de ahí que sean una herramienta empleada fundamentalmente por familiares y amigos que compran desde fuera del país.

Según la lista facilitada por Pidapollo, un cartón de huevos cuesta 4,5 euros al cambio (360.000 bolívares). El salario mínimo en Venezuela aumentó a principios de año un 66,6 % hasta los 250.000 bolívares mensuales (3,15 euros).

«¿Es fácil comprar leche o huevos? Si esta pregunta me la hubieses hecho de 2011 a 2018, te hubiera dicho que no. La leche fresca no se vendía y los huevos eran complicados de adquirir desde el año 2012, cuando un vicepresidente fijó el cartón como en una tercera parte de lo que costaban realmente y llevó a la quiebra a los productores de huevos.

Pero este año puedes ir a cualquier supermercado a comprar estos huevos o leche y hay, eso sí, con asterisco, porque lo hay para el 10% de la población que puede pagarlo. Actualmente un litro de leche cuesta 100.000 bolívares y un pensionado gana 250.000, le alcanza para 2 litros y medio al mes y no podría gastar en nada más.

Un cartón de huevos cuesta casi dos meses de salario mínimo o de pensión. El estado quebró a la industria y ahora la poca que está produciendo, lo hará para el 10% de la población. Solo pueden vivir dignamente aquellos que cobran en dólares, que reciban remesas o que generen divisas de otra manera», explica el periodista.

Fuente https://www.elmundo.es/tecnologia/2020/02/25/5e5409d8fdddffa0878b4609.html

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