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Venezolanos huyen del chavismo

Desde que Hugo Chávez asumió como Presidente en 1999, el número de sus compatriotas que migraron a España aumentó hasta los 208 mil en julio de 2017, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística

La bandera venezolana cuelga al revés. Una señal de preocupación por lo que pasa en el país, explica José Antonio. Desde su local de arepas y jugos en Madrid, el caraqueño de 37 años es testigo privilegiado de uno de los efectos más palpables de la crisis: la diáspora de venezolanos emigrados a todo el mundo.

Sobre todo el último año ha sido una cosa impresionante. Escuchas el acento venezolano por todas partes”, cuenta en su local del mercado Maravillas, el mejor sitio donde encontrar productos y comidas latinoamericanas y, por lo tanto, uno de los primeros puntos de la capital de España que conoce cualquier inmigrante.

José Antonio, ingeniero emigrado en 2004, pone un ejemplo práctico que lo toca de cerca sobre el cambio que pudo ver en estos casi 15 años: “Antes la harina de maíz (para hacer arepas) se compraba en sitios especializados. Ahora se encuentra hasta en Carrefour. Llega gente nueva todos los días”.

Todos los días, de toda clase y con cualquier orientación. “También hay chavistas, porque la cosa está mal para todos”, relata. “Viene gente al local pidiéndome trabajo y cuando miro el currículum veo que es un experto en petróleo. ¿Cómo viene aquí a limpiar coches o a servir en una casa? La gente está desesperada”.

Todas las estadísticas respaldan la percepción de José Antonio. El número de venezolanos que dejaron su país ante la escalada de la crisis creció de forma exponencial, en particular desde la llegada de Nicolás Maduro a la Presidencia en 2013, la progresiva caída de los precios del petróleo desde 2011 y la violencia del año pasado.

Los nuevos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) indican que la población venezolana en España aumentó en más de 10 mil personas durante el primer semestre de 2017: una cuarta parte del total de 45 mil nuevos extranjeros que llegaron al país. Venezuela fue también el país con mayor aumento relativo: 16 por ciento.

La serie histórica impacta aún más. Si en 1999, año en que Hugo Chávez llegó al poder, había poco más de 10 mil venezolanos en España, en 2017 se habían multiplicado por siete hasta los casi 69 mil.

Muchos de ellos tienen también nacionalidad española y no aparecen recogidos en esa cifra, de modo que el dato más significativo es el de nacidos en Venezuela: el aumento en este caso fue de 49 mil (1999) a 208 mil (julio de 2017), según el INE.

España no es una excepción: Venezuela vive una ola de exiliados sin precedentes en la historia del país. Pero la afinidad cultural y la lengua convierten a la “madre patria” en el segundo principal destino de esa emigración sólo por detrás de Estados Unidos, según un estudio de referencia realizado por el sociólogo Tomás Páez Bravo.

Venezuela vive un proceso de esta magnitud por primera vez desde que es república, desde 1830”, explicó Páez. “El fenómeno representa hoy más de dos millones de venezolanos, según los datos actuales. Es decir, casi 8% de la población, si no más al ritmo que vamos”.

Su informe La voz de la diáspora recoge no sólo cifras, sino también datos cualitativos recogidos por el sociólogo en miles de entrevistas con migrantes: “Las dos razones fundamentales por las que se van son la inseguridad, que es el ataque al más importante derecho de propiedad que es la propiedad sobre la vida misma, y el deterioro económico, que ha sido progresivo”, resumió.

Páez destacó también el cambio de perfil del migrante, desde la primera ola de quienes salían a Europa o Estados Unidos en busca de un mejor futuro profesional hasta una verdadera “oleada de la desesperanza” que no distingue nivel social o académico los últimos dos años.

SE LLEVAN SUS FORTUNAS

También se han ido funcionarios y amigos de funcionarios”, añadió Páez. “O empresarios sanguijuela que crecieron alrededor del Estado y que se han instalado fuera tras obtener los recursos. Muchos se han instalado aquí en España comprando edificios, comprando empresas, lavando dinero”.

Es otra de las caras de la migración venezolana a España. Mientras el país colapsaba en luchas internas, inflación y escasez, muchas grandes fortunas del país buscaron ponerse a resguardo invirtiendo en propiedades en zonas de lujo como el barrio de Salamanca en Madrid.

En la prensa española tuvieron mucho eco las inversiones de Miguel Ángel Capriles, primo del opositor Henrique Capriles y propietario de un grupo mediático, o las de la familia Derwick en el selecto barrio de El Viso, donde las propiedades oscilan entre el millón y los diez millones de euros.

Ajeno a esos grandes negocios, José Antonio mira el éxito de sus arepas con una mezcla de alegría por la buena marcha del negocio –pocos meses después de instalarse en el mercado Maravillas tuvo que mudarse a un local más grande– y de frustración por lo que está pasando en Venezuela.

La relación con los españoles es “perfecta” y nunca sintió ningún tipo de discriminación o roce en un país “muy acostumbrado a la inmigración.

Pero el que está aquí tiene 70 por ciento de la cabeza allá. Se discute mucho sobre todo lo que pasa, sobre cuándo vamos a salir de esta mierda”, explica.

Al igual que muchos de los encuestados por Páez para el estudio sobre la diáspora, José Antonio no titubea cuando se le pregunta si algún día volvería a Venezuela.

Por supuesto que sí. Me encantaría”, responde. “Aquí tengo mi trabajo, vida familiar, muchísimos amigos. Pero creo que las raíces siempre hacen falta”.

Fuente http://www.excelsior.com.mx/global/2018/02/05/1218193#imagen-2

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La bandera venezolana cuelga al revés. Una señal de preocupación por lo que pasa en el país, explica José Antonio. Desde su local de arepas y jugos en Madrid, el caraqueño de 37 años es testigo privilegiado de uno de los efectos más palpables de la crisis: la diáspora de venezolanos emigrados a todo el mundo.

Sobre todo el último año ha sido una cosa impresionante. Escuchas el acento venezolano por todas partes”, cuenta en su local del mercado Maravillas, el mejor sitio donde encontrar productos y comidas latinoamericanas y, por lo tanto, uno de los primeros puntos de la capital de España que conoce cualquier inmigrante.

José Antonio, ingeniero emigrado en 2004, pone un ejemplo práctico que lo toca de cerca sobre el cambio que pudo ver en estos casi 15 años: “Antes la harina de maíz (para hacer arepas) se compraba en sitios especializados. Ahora se encuentra hasta en Carrefour. Llega gente nueva todos los días”.

Todos los días, de toda clase y con cualquier orientación. “También hay chavistas, porque la cosa está mal para todos”, relata. “Viene gente al local pidiéndome trabajo y cuando miro el currículum veo que es un experto en petróleo. ¿Cómo viene aquí a limpiar coches o a servir en una casa? La gente está desesperada”.

Todas las estadísticas respaldan la percepción de José Antonio. El número de venezolanos que dejaron su país ante la escalada de la crisis creció de forma exponencial, en particular desde la llegada de Nicolás Maduro a la Presidencia en 2013, la progresiva caída de los precios del petróleo desde 2011 y la violencia del año pasado.

Los nuevos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) indican que la población venezolana en España aumentó en más de 10 mil personas durante el primer semestre de 2017: una cuarta parte del total de 45 mil nuevos extranjeros que llegaron al país. Venezuela fue también el país con mayor aumento relativo: 16 por ciento.

La serie histórica impacta aún más. Si en 1999, año en que Hugo Chávez llegó al poder, había poco más de 10 mil venezolanos en España, en 2017 se habían multiplicado por siete hasta los casi 69 mil.

Muchos de ellos tienen también nacionalidad española y no aparecen recogidos en esa cifra, de modo que el dato más significativo es el de nacidos en Venezuela: el aumento en este caso fue de 49 mil (1999) a 208 mil (julio de 2017), según el INE.

España no es una excepción: Venezuela vive una ola de exiliados sin precedentes en la historia del país. Pero la afinidad cultural y la lengua convierten a la “madre patria” en el segundo principal destino de esa emigración sólo por detrás de Estados Unidos, según un estudio de referencia realizado por el sociólogo Tomás Páez Bravo.

Venezuela vive un proceso de esta magnitud por primera vez desde que es república, desde 1830”, explicó Páez. “El fenómeno representa hoy más de dos millones de venezolanos, según los datos actuales. Es decir, casi 8% de la población, si no más al ritmo que vamos”.

Su informe La voz de la diáspora recoge no sólo cifras, sino también datos cualitativos recogidos por el sociólogo en miles de entrevistas con migrantes: “Las dos razones fundamentales por las que se van son la inseguridad, que es el ataque al más importante derecho de propiedad que es la propiedad sobre la vida misma, y el deterioro económico, que ha sido progresivo”, resumió.

Páez destacó también el cambio de perfil del migrante, desde la primera ola de quienes salían a Europa o Estados Unidos en busca de un mejor futuro profesional hasta una verdadera “oleada de la desesperanza” que no distingue nivel social o académico los últimos dos años.

SE LLEVAN SUS FORTUNAS

También se han ido funcionarios y amigos de funcionarios”, añadió Páez. “O empresarios sanguijuela que crecieron alrededor del Estado y que se han instalado fuera tras obtener los recursos. Muchos se han instalado aquí en España comprando edificios, comprando empresas, lavando dinero”.

Es otra de las caras de la migración venezolana a España. Mientras el país colapsaba en luchas internas, inflación y escasez, muchas grandes fortunas del país buscaron ponerse a resguardo invirtiendo en propiedades en zonas de lujo como el barrio de Salamanca en Madrid.

En la prensa española tuvieron mucho eco las inversiones de Miguel Ángel Capriles, primo del opositor Henrique Capriles y propietario de un grupo mediático, o las de la familia Derwick en el selecto barrio de El Viso, donde las propiedades oscilan entre el millón y los diez millones de euros.

Ajeno a esos grandes negocios, José Antonio mira el éxito de sus arepas con una mezcla de alegría por la buena marcha del negocio –pocos meses después de instalarse en el mercado Maravillas tuvo que mudarse a un local más grande– y de frustración por lo que está pasando en Venezuela.

La relación con los españoles es “perfecta” y nunca sintió ningún tipo de discriminación o roce en un país “muy acostumbrado a la inmigración.

Pero el que está aquí tiene 70 por ciento de la cabeza allá. Se discute mucho sobre todo lo que pasa, sobre cuándo vamos a salir de esta mierda”, explica.

Al igual que muchos de los encuestados por Páez para el estudio sobre la diáspora, José Antonio no titubea cuando se le pregunta si algún día volvería a Venezuela.

Por supuesto que sí. Me encantaría”, responde. “Aquí tengo mi trabajo, vida familiar, muchísimos amigos. Pero creo que las raíces siempre hacen falta”.

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