Inicio Política Venezuela: la cultura entre marchas y polarización

Venezuela: la cultura entre marchas y polarización

Caracas, Venezuela. 26 abril del 2017. Un ciudadano hace frente a los miembros de la Policía Nacional Bolivariana, en medio de una marcha convocada por miembros de la oposición. (Foto: EFE)

A cuatro años de la Revolución Bolivariana sin Hugo Chávez, un repaso por la producción cultural en este país.

Dulce María Ramos 

Desde el 31 de marzo hasta la fecha, la gente en Venezuela se mantiene en las calles. La cifra de muertos producto de la represión ejercida por la Guardia Nacional asciende casi a los cien; la mayoría de los fallecidos son jóvenes estudiantes entre los 16 y 21 años. La oposición exige el adelanto de las elecciones presidenciales y que se realicen los comicios regionales que debieron efectuarse en diciembre del año pasado. El gobierno de Nicolás Maduro se defiende alegando que la violencia en las protestas proviene de la “derecha fascista-terrorista”, y que para conseguir nuevamente la paz en Venezuela es necesaria una nueva Constituyente, figura que viola lo establecido en la Constitución y que se instaurará sin consultarle al pueblo por medio de un referéndum, además de la consolidación del “carnet de la patria” y las cajas de comida CLAP (comités locales de abastecimiento y producción).

Pero más allá de lo que a diario reproduzcan los medios de comunicación —en particular los internacionales, debido a la censura informativa que existe en Venezuela— y las redes sociales sobre este complejo conflicto de la Revolución Bolivariana sin Hugo Chávez, la cultura igualmente polarizada trata de mantenerse a flote. Durante estos tres meses se han visto varias caras: la que se mantiene firme bajo el lema de “cultura en resistencia”; la que se rinde esperando tiempos mejores; la que guarda un silencio cómplice en defensa de una ideología política; la que se retracta, como el caso del músico Gustavo Dudamel; la que busca pruebas para que Adán Chávez, hermano del fallecido presidente y actual ministro de la Cultura, elabore una lista negra con los intelectuales, artistas y promotores culturales enemigos del gobierno.

Venezuela, que en los años ochenta fue un referente cultural gracias a la bonanza petrolera, hoy no es ni la sombra de esa época. La población enfrenta día a día no solo la escasez de alimentos y medicinas, sino también la cultural. Según cifras de Datanálisis, el venezolano promedio ha recortado en un 30% los gastos destinados al entretenimiento. Si bien la Revolución Bolivariana trató de fortalecer un soporte cultural con bases ideológicas y, de hecho, en el 2005 se creó el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, sencillamente dicha plataforma ha sido un gran fracaso. Se han perdido también los grandes bastiones culturales democráticos: la Biblioteca Ayacucho, la editorial Monte Ávila, el Museo de Arte Contemporáneo (antiguamente Sofía Ímber), el Ateneo de Caracas (cuya sede fue arrebatada para crear la Universidad Nacional Experimental de las Artes, Unearte) y el Festival Internacional de Teatro.

—Reflexión sobre las tablas—
La crisis, la eliminación de subsidios a los grupos teatrales y el cierre de Radio Caracas Televisión incidieron en la vida de los actores venezolanos. Por ejemplo, al disminuir las oportunidades de trabajo, muchos optaron por irse del país. En los años de revolución, el teatro se ha mantenido a flote gracias a la autogestión.

Si bien a mediados de abril de este año Fundarte, organismo del gobierno, decidió no suspender el Festival de Teatro de Caracas, varios grupos teatrales, cónsonos al sentimiento de duelo nacional por los fallecidos en las protestas, retiraron su participación. Días antes de su inicio, ocurrió la marcha del 19 de abril, y la represión obligó a cientos de manifestantes a lanzarse al contaminado río Guaire de la ciudad capital. Las redes sociales del oficialismo, especialmente la del presidente Maduro y la del Ministerio de la Cultura, utilizaron el hashtag AlGuaireLoQueEsDelGuaire para promocionar el festival, hecho que causó la indignación en la colectividad. Los tuits fueron eliminados, pero los actores no fueron indiferentes, y a la inauguración del festival acudieron al Teatro Municipal con una pancarta en repuesta: #SalimosDelGuaireLibresDeConciencia.

Toda esta situación hizo que la directora Jennifer Gásperi, junto a Willy McKey, José España y varios artistas de distintas disciplinas, formara el colectivo Peces del Guaire, que se presenta cada jueves de forma gratuita en la sala Cabrujas de Los Palos Grandes, Caracas. Su objetivo es invitar tanto a creadores y público a reflexionar sobre lo que ocurre en el país. “En ese espacio no solo presentamos una pieza, una lectura o una performance. Al finalizar se genera un espacio de conversación. Va público de diferentes tendencias, y a pesar de eso existe un respeto hacia el otro”, explica Gásperi.

Su compromiso como ciudadano hizo que Héctor Manrique, actor y fundador del Grupo Actoral 80, impulsara el “teatro en resistencia”. Dos obras del grupo, Terror Fresa y chocolate, se presentaron de forma gratuita, y al finalizar los actores se quedaban en el escenario para debatir. Si bien son piezas extranjeras, tocan temas que afectan al venezolano en la actualidad: justicia, igualdad, democracia, derechos humanos: “Uno ve cómo el gobierno intenta acorralar la cultura. En estos momentos, ir al teatro o al cine es visto por algunas personas como un acto de evasión. A partir de allí propuse el lema del ‘teatro en resistencia’ y explicar el valor de la cultura en la sociedad”. Las salas se han llenado; asisten personas de distintos estratos, especialmente de los sectores populares.

Las escuelas de artes también se han manifestado con performances en sitios públicos, como los centros comerciales: no solo recrean lo que se vive en el país, sino que se enfocan, sobre todo, en los caídos en las marchas. Una de las que mayor impacto ha causado en las redes sociales fue la representación en Mérida: personas desnudas, aparentemente ensangrentadas y envueltas en plástico, portaban un corazón que llevaba escrito “Hecho en socialismo”; así hicieron alusión a la campaña que utilizó el gobierno cuando empezó a vender productos de las industrias privadas de alimentos que había expropiado.

 
Venezuela 3

Héctor Manrique, actor y fundador del Grupo Actoral 80, impulsa el “teatro en resistencia”.

—Cine vs. crisis—
El cine venezolano tuvo un importante impulso a raíz de la reforma de la Ley de Cinematografía (2005), que contó con el apoyo de toda la comunidad cinematográfica sin importar tendencias políticas. Luego, Hugo Chávez creó la Villa de Cine (2006), productora que lamentablemente sigue parámetros propagandísticos del gobierno. Pese a los premios internacionales, los críticos han cuestionado que en este periodo los realizadores venezolanos se hayan autocensurado, y que además cuenten historias divorciadas de su realidad.

Así mismo, en los últimos tres años la industria cinematográfica se ha visto afectada por la devaluación, la inflación, las protestas y el racionamiento eléctrico, asuntos que han repercutido de forma significativa en la taquilla: resulta difícil actualizar las salas de cine, hay limitaciones para traer películas independientes debido al control de cambio, incluso pesa la decisión de la Fox de suspender su actividad en el país (ni siquiera blockbusters como Logan o Alien: Covenant llegaron a las salas locales). La situación también repercute en los estrenos nacionales. “Hacer una película es costoso. Si el mercado venezolano está afectado, lógicamente no podrá lograr los resultados económicos requeridos para recuperar la inversión. Es muy malo dejar de estrenar porque se va perdiendo la afinidad del público con su cine”, explica José Pisano, promotor cinematográfico.

En cuanto a los festivales, las embajadas siguen apostando por la cultura cinematográfica. En medio de las marchas se han realizado los festivales de cine francés, alemán, italiano, argentino; así como el Ciclo de Cine de la Diversidad y el Festival de Cine Venezolano, este último en la ciudad de Mérida, con protestas tanto en las calles como en el homenaje realizado al cineasta Román Chalbaud, quien nunca ha ocultado su apoyo al gobierno. Un grupo de jóvenes realizadores, que llevaban bolsas de papel en la cabeza con los títulos de las películas de Chalbaud cambiados a modo de crítica, se presentaron de forma pacífica para repudiar el homenaje. “No dijeron una sola palabra. Ellos se portaron muy correctamente. Yo me sentí más demócrata que nunca. Cada quien tiene derecho a opinar lo que quiera, esa es la verdadera democracia”, opinó Chalbaud sobre el incidente.

Por otra parte, los promotores culturales independientes tratan de seguir. Uno de ellos es el periodista David Vera Matute, con su proyecto Reescribiendo Guiones. “Nadie en Venezuela se imaginó que estaríamos tres meses en protestas. Al principio preferí suspender y esperar. Después decidí replantear la actividad con películas que tocaran hechos históricos, políticos y sociales, como Tiempos de dictadura CAP 2 intentos, ambas producciones de Carlos Oteyza. Los espacios tienen que seguir pero contextualizados a lo que vive el país”, sostiene.

En cuanto a los cineastas, Aldrina ValenzuelaHernán Jabes y Carlos Caridad han decidido salir con sus cámaras y grabar las marchas, material que han subido a sus canales de YouTube. Además, en los últimos días la comunidad cinematográfica que se opone al régimen ha lanzado un manifiesto en defensa de la democracia y en contra de la Constituyente.

Trailer de "CAP 2 Intentos", una producción de Carlos Oteyza.
 

Trailer de «CAP 2 Intentos», una producción de Carlos Oteyza.

—Literatura y salvación—
El costo de un libro en Venezuela equivale a un salario mínimo (ocho dólares), y ni hablar del control cambiario que limita la importación de libros y papel. Las editoriales independientes tratan de sobrevivir en este triste escenario, las librerías cierran sus puertas, las grandes editoriales se han ido y solo queda Planeta. El panorama literario del lado oficialista tampoco es el mejor: se suspendieron el Festival Mundial de Poesía, la Feria Internacional del Libro de Venezuela, incluso los premios literarios Rómulo Gallegos (novela), Víctor Valera Mora (poesía), Mariano Picón Salas (ensayo), de acuerdo a lo dicho por Hernández Montoya, presidente del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, por falta de presupuesto. De parte de la oposición se suspendió el Festival de la Lectura que realizaba la alcaldía de Chacao.

Los escritores tratan de sortear las marchas: algunos han suspendido las presentaciones de sus libros, mientras otros siguen apostando por la literatura como salvación. “La presentación de un libro en estos momentos es un acto de resistencia, una reafirmación de los valores espirituales con los que estamos comprometidos frente a la barbarie”, dice el poeta Armando Rojas Guardia, quien lamenta el silencio de los escritores oficialistas ante la situación del país: “Yo no sé qué pensar de la mayoría que tiene un silencio cómplice con el horror. Pero el juicio del futuro será implacable con ellos”.

Los autores venezolanos no solo tratan de escribir en estos días aciagos, también marchan. Algunos, como Marcel Añez, lo vivieron de la peor manera: le pegaron un tiro en el pie derecho en la protesta del 19 de junio. Los poetas también encontraron en la palabra una forma de alzar su voz. “Había una inquietud compartida entre nosotros, gente de letras, sobre la urgencia de la situación del país y sobre la necesidad de ser creativos con la protesta ciudadana y, claro, de hacer visible la palabra poética en las calles. El 3 de junio en la plaza Altamira de Caracas realizamos el primer clamor poético. Allí contamos con el apoyo del colectivo de protesta ciudadana Dame Letra. Ellos armaron con letras enormes el verso del poeta Rafael Cadenas —‘Los que matan en realidad no han vivido’—. Un verso de una dolorosa pertinencia en estos días en Venezuela”, explica la poeta y activista Diajanida Hernández.

De los lanzamientos literarios recientes destacan la antología Siete sellos. Crónica de la Venezuela revolucionaria, realizado por Gisela Kozak para la editorial Kalathos. “Los sietes sellos representan las siete plagas que han caído en Venezuela: autoritarismo, crimen, hambre, perversidad, diáspora, enfermedad, martirio. Las crónicas muestran cómo encarnan en la vida de determinadas personas las crueldades de un gobierno autoritario. Se hizo una mezcla entre autores veteranos como Alberto Barrera Tyszka y Fedosy Santaella, con jóvenes, blogueros y periodistas”, dice Kozak, y añade que es un libro compuesto por textos que van desde mediados del 2015 hasta principios del 2017, orientado al público extranjero, para que conozca un poco lo que pasa en Venezuela. De ahí que sea distribuido a varios países y ferias.

 
Ricardo Arispe

(Foto: Proyecto fotográfico «Resilientes» de Ricardo Arispe)

—Colofón—
El tiempo determinará si las creaciones artísticas surgidas en esta época tan turbulenta serán definidas como arte o simplemente como manifestaciones ante la represión y la dictadura que enfrenta Venezuela. Quizá haga falta que los artistas y creadores sean más comprometidos y críticos con su contexto, que sus obras dejen un registro de los hechos históricos, pues realmente son pocas las que han retratado estos años, cuestión necesaria para repensar el presente y el futuro. En 18 años Venezuela ha estado culturalmente aislada, su presencia más allá de películas premiadas o el Sistema Nacional de Orquestas es casi inexistente.

Lo (único) positivo de este panorama es que el ciudadano venezolano, dentro de sus posibilidades, consume las propuestas artísticas de sus creadores, sin olvidar la gran diáspora intelectual que está tratando de llevar su obra a otras latitudes.


Taquilla venezolana

En los cinco primeros meses del presente año hubo un total de 8.543.193 espectadores de cine. Un 16,3% menos que en el mismo periodo del año pasado. Durante todo el 2016, se vendieron 19.013.796 entradas, un 30,25% menos que en el 2015.

En relación al cine nacional, en el 2015 las películas locales sumaron 1.061.409 espectadores. En el año 2016, 427.326, y fue el filme Tamara, de Elia K. Schneider, el más visto, con 36.196. En lo que va del 2017 suman 149.078 espectadores, de los cuales 102.806 fueron a ver la película El peor hombre del mundo, ópera prima del cineasta Edgar Rocca.

 
Venezuela


Para entender Venezuela

La producción cultural más relevante en estos 18 años de chavismo.

• Narrativa: 
– Patria o muerte, de Alberto Barrera Tyszka
–  Blue Label, de Eduardo Sánchez Rugeles
– The Night, Rodrigo Blanco Calderón
– Y recuerda que te espero y Los maletines, de Juan Carlos Méndez Guédez
– El discreto enemigo, de Rubi Guerra
– En rojo, de Gisela Kozak Rovero.

• Poesía: 
– País, de Yolanda Pantin
– Memorial de la caída, de Joaquín Marta Sosa.

 Películas: 
– Punto y raya, de Elia Schneider
– Secuestro express, de Jonathan Jakubowicz
– El rumor de las piedras, de Alejandro Bellame
– Hermano, de Marcel Rasquín
– Piedra, papel o tijera, de Hernán Jabes
– Pelo malo, de Mariana Rondón
– Desde allá, de Lorenzo Vigas
– El río que nos atraviesa, de Manuela Blanco
– La soledad, de Jorge Thielen Armand.

 
Ricardo Arispe 2

(Foto: Proyecto fotográfico «Resilentes» de Ricardo Arispe)


Fotografías, lacrimógenas, máscaras

En el campo de la fotografía destaca el proyecto Resilientes, de Ricardo Arispe. En sus imágenes retrata a ciudadanos de a pie y figuras públicas con máscaras antigás, para representar parte de la cotidianidad del venezolano en tiempos de protestas. A la par está desarrollando otro proyecto que emula el famoso grafiti de los ojos de Chávez que vigilan al pueblo desde cualquier lugar del país. “La motivación es muy simple: en una situación de crisis como la actual, todos debemos sumar desde nuestra área de conocimiento, y sobre todo si se trata de educar y generar un poco de conciencia. Más que arte en resistencia diría que en ‘acción’ o ‘resiliencia’”, explica Arispe.

Fuente El Comerciohttps://elcomercio.pe/eldominical/venezuela-cultura-marchas-polarizacion-438776

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Venezuela: la cultura entre marchas y polarización

Caracas, Venezuela. 26 abril del 2017. Un ciudadano hace frente a los miembros de la Policía Nacional Bolivariana, en medio de una marcha convocada por miembros de la oposición. (Foto: EFE)

A cuatro años de la Revolución Bolivariana sin Hugo Chávez, un repaso por la producción cultural en este país.

Dulce María Ramos 

Desde el 31 de marzo hasta la fecha, la gente en Venezuela se mantiene en las calles. La cifra de muertos producto de la represión ejercida por la Guardia Nacional asciende casi a los cien; la mayoría de los fallecidos son jóvenes estudiantes entre los 16 y 21 años. La oposición exige el adelanto de las elecciones presidenciales y que se realicen los comicios regionales que debieron efectuarse en diciembre del año pasado. El gobierno de Nicolás Maduro se defiende alegando que la violencia en las protestas proviene de la “derecha fascista-terrorista”, y que para conseguir nuevamente la paz en Venezuela es necesaria una nueva Constituyente, figura que viola lo establecido en la Constitución y que se instaurará sin consultarle al pueblo por medio de un referéndum, además de la consolidación del “carnet de la patria” y las cajas de comida CLAP (comités locales de abastecimiento y producción).

Pero más allá de lo que a diario reproduzcan los medios de comunicación —en particular los internacionales, debido a la censura informativa que existe en Venezuela— y las redes sociales sobre este complejo conflicto de la Revolución Bolivariana sin Hugo Chávez, la cultura igualmente polarizada trata de mantenerse a flote. Durante estos tres meses se han visto varias caras: la que se mantiene firme bajo el lema de “cultura en resistencia”; la que se rinde esperando tiempos mejores; la que guarda un silencio cómplice en defensa de una ideología política; la que se retracta, como el caso del músico Gustavo Dudamel; la que busca pruebas para que Adán Chávez, hermano del fallecido presidente y actual ministro de la Cultura, elabore una lista negra con los intelectuales, artistas y promotores culturales enemigos del gobierno.

Venezuela, que en los años ochenta fue un referente cultural gracias a la bonanza petrolera, hoy no es ni la sombra de esa época. La población enfrenta día a día no solo la escasez de alimentos y medicinas, sino también la cultural. Según cifras de Datanálisis, el venezolano promedio ha recortado en un 30% los gastos destinados al entretenimiento. Si bien la Revolución Bolivariana trató de fortalecer un soporte cultural con bases ideológicas y, de hecho, en el 2005 se creó el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, sencillamente dicha plataforma ha sido un gran fracaso. Se han perdido también los grandes bastiones culturales democráticos: la Biblioteca Ayacucho, la editorial Monte Ávila, el Museo de Arte Contemporáneo (antiguamente Sofía Ímber), el Ateneo de Caracas (cuya sede fue arrebatada para crear la Universidad Nacional Experimental de las Artes, Unearte) y el Festival Internacional de Teatro.

—Reflexión sobre las tablas—
La crisis, la eliminación de subsidios a los grupos teatrales y el cierre de Radio Caracas Televisión incidieron en la vida de los actores venezolanos. Por ejemplo, al disminuir las oportunidades de trabajo, muchos optaron por irse del país. En los años de revolución, el teatro se ha mantenido a flote gracias a la autogestión.

Si bien a mediados de abril de este año Fundarte, organismo del gobierno, decidió no suspender el Festival de Teatro de Caracas, varios grupos teatrales, cónsonos al sentimiento de duelo nacional por los fallecidos en las protestas, retiraron su participación. Días antes de su inicio, ocurrió la marcha del 19 de abril, y la represión obligó a cientos de manifestantes a lanzarse al contaminado río Guaire de la ciudad capital. Las redes sociales del oficialismo, especialmente la del presidente Maduro y la del Ministerio de la Cultura, utilizaron el hashtag AlGuaireLoQueEsDelGuaire para promocionar el festival, hecho que causó la indignación en la colectividad. Los tuits fueron eliminados, pero los actores no fueron indiferentes, y a la inauguración del festival acudieron al Teatro Municipal con una pancarta en repuesta: #SalimosDelGuaireLibresDeConciencia.

Toda esta situación hizo que la directora Jennifer Gásperi, junto a Willy McKey, José España y varios artistas de distintas disciplinas, formara el colectivo Peces del Guaire, que se presenta cada jueves de forma gratuita en la sala Cabrujas de Los Palos Grandes, Caracas. Su objetivo es invitar tanto a creadores y público a reflexionar sobre lo que ocurre en el país. “En ese espacio no solo presentamos una pieza, una lectura o una performance. Al finalizar se genera un espacio de conversación. Va público de diferentes tendencias, y a pesar de eso existe un respeto hacia el otro”, explica Gásperi.

Su compromiso como ciudadano hizo que Héctor Manrique, actor y fundador del Grupo Actoral 80, impulsara el “teatro en resistencia”. Dos obras del grupo, Terror Fresa y chocolate, se presentaron de forma gratuita, y al finalizar los actores se quedaban en el escenario para debatir. Si bien son piezas extranjeras, tocan temas que afectan al venezolano en la actualidad: justicia, igualdad, democracia, derechos humanos: “Uno ve cómo el gobierno intenta acorralar la cultura. En estos momentos, ir al teatro o al cine es visto por algunas personas como un acto de evasión. A partir de allí propuse el lema del ‘teatro en resistencia’ y explicar el valor de la cultura en la sociedad”. Las salas se han llenado; asisten personas de distintos estratos, especialmente de los sectores populares.

Las escuelas de artes también se han manifestado con performances en sitios públicos, como los centros comerciales: no solo recrean lo que se vive en el país, sino que se enfocan, sobre todo, en los caídos en las marchas. Una de las que mayor impacto ha causado en las redes sociales fue la representación en Mérida: personas desnudas, aparentemente ensangrentadas y envueltas en plástico, portaban un corazón que llevaba escrito “Hecho en socialismo”; así hicieron alusión a la campaña que utilizó el gobierno cuando empezó a vender productos de las industrias privadas de alimentos que había expropiado.

 
Venezuela 3

Héctor Manrique, actor y fundador del Grupo Actoral 80, impulsa el “teatro en resistencia”.

—Cine vs. crisis—
El cine venezolano tuvo un importante impulso a raíz de la reforma de la Ley de Cinematografía (2005), que contó con el apoyo de toda la comunidad cinematográfica sin importar tendencias políticas. Luego, Hugo Chávez creó la Villa de Cine (2006), productora que lamentablemente sigue parámetros propagandísticos del gobierno. Pese a los premios internacionales, los críticos han cuestionado que en este periodo los realizadores venezolanos se hayan autocensurado, y que además cuenten historias divorciadas de su realidad.

Así mismo, en los últimos tres años la industria cinematográfica se ha visto afectada por la devaluación, la inflación, las protestas y el racionamiento eléctrico, asuntos que han repercutido de forma significativa en la taquilla: resulta difícil actualizar las salas de cine, hay limitaciones para traer películas independientes debido al control de cambio, incluso pesa la decisión de la Fox de suspender su actividad en el país (ni siquiera blockbusters como Logan o Alien: Covenant llegaron a las salas locales). La situación también repercute en los estrenos nacionales. “Hacer una película es costoso. Si el mercado venezolano está afectado, lógicamente no podrá lograr los resultados económicos requeridos para recuperar la inversión. Es muy malo dejar de estrenar porque se va perdiendo la afinidad del público con su cine”, explica José Pisano, promotor cinematográfico.

En cuanto a los festivales, las embajadas siguen apostando por la cultura cinematográfica. En medio de las marchas se han realizado los festivales de cine francés, alemán, italiano, argentino; así como el Ciclo de Cine de la Diversidad y el Festival de Cine Venezolano, este último en la ciudad de Mérida, con protestas tanto en las calles como en el homenaje realizado al cineasta Román Chalbaud, quien nunca ha ocultado su apoyo al gobierno. Un grupo de jóvenes realizadores, que llevaban bolsas de papel en la cabeza con los títulos de las películas de Chalbaud cambiados a modo de crítica, se presentaron de forma pacífica para repudiar el homenaje. “No dijeron una sola palabra. Ellos se portaron muy correctamente. Yo me sentí más demócrata que nunca. Cada quien tiene derecho a opinar lo que quiera, esa es la verdadera democracia”, opinó Chalbaud sobre el incidente.

Por otra parte, los promotores culturales independientes tratan de seguir. Uno de ellos es el periodista David Vera Matute, con su proyecto Reescribiendo Guiones. “Nadie en Venezuela se imaginó que estaríamos tres meses en protestas. Al principio preferí suspender y esperar. Después decidí replantear la actividad con películas que tocaran hechos históricos, políticos y sociales, como Tiempos de dictadura CAP 2 intentos, ambas producciones de Carlos Oteyza. Los espacios tienen que seguir pero contextualizados a lo que vive el país”, sostiene.

En cuanto a los cineastas, Aldrina ValenzuelaHernán Jabes y Carlos Caridad han decidido salir con sus cámaras y grabar las marchas, material que han subido a sus canales de YouTube. Además, en los últimos días la comunidad cinematográfica que se opone al régimen ha lanzado un manifiesto en defensa de la democracia y en contra de la Constituyente.

Trailer de "CAP 2 Intentos", una producción de Carlos Oteyza.
 

Trailer de «CAP 2 Intentos», una producción de Carlos Oteyza.

—Literatura y salvación—
El costo de un libro en Venezuela equivale a un salario mínimo (ocho dólares), y ni hablar del control cambiario que limita la importación de libros y papel. Las editoriales independientes tratan de sobrevivir en este triste escenario, las librerías cierran sus puertas, las grandes editoriales se han ido y solo queda Planeta. El panorama literario del lado oficialista tampoco es el mejor: se suspendieron el Festival Mundial de Poesía, la Feria Internacional del Libro de Venezuela, incluso los premios literarios Rómulo Gallegos (novela), Víctor Valera Mora (poesía), Mariano Picón Salas (ensayo), de acuerdo a lo dicho por Hernández Montoya, presidente del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, por falta de presupuesto. De parte de la oposición se suspendió el Festival de la Lectura que realizaba la alcaldía de Chacao.

Los escritores tratan de sortear las marchas: algunos han suspendido las presentaciones de sus libros, mientras otros siguen apostando por la literatura como salvación. “La presentación de un libro en estos momentos es un acto de resistencia, una reafirmación de los valores espirituales con los que estamos comprometidos frente a la barbarie”, dice el poeta Armando Rojas Guardia, quien lamenta el silencio de los escritores oficialistas ante la situación del país: “Yo no sé qué pensar de la mayoría que tiene un silencio cómplice con el horror. Pero el juicio del futuro será implacable con ellos”.

Los autores venezolanos no solo tratan de escribir en estos días aciagos, también marchan. Algunos, como Marcel Añez, lo vivieron de la peor manera: le pegaron un tiro en el pie derecho en la protesta del 19 de junio. Los poetas también encontraron en la palabra una forma de alzar su voz. “Había una inquietud compartida entre nosotros, gente de letras, sobre la urgencia de la situación del país y sobre la necesidad de ser creativos con la protesta ciudadana y, claro, de hacer visible la palabra poética en las calles. El 3 de junio en la plaza Altamira de Caracas realizamos el primer clamor poético. Allí contamos con el apoyo del colectivo de protesta ciudadana Dame Letra. Ellos armaron con letras enormes el verso del poeta Rafael Cadenas —‘Los que matan en realidad no han vivido’—. Un verso de una dolorosa pertinencia en estos días en Venezuela”, explica la poeta y activista Diajanida Hernández.

De los lanzamientos literarios recientes destacan la antología Siete sellos. Crónica de la Venezuela revolucionaria, realizado por Gisela Kozak para la editorial Kalathos. “Los sietes sellos representan las siete plagas que han caído en Venezuela: autoritarismo, crimen, hambre, perversidad, diáspora, enfermedad, martirio. Las crónicas muestran cómo encarnan en la vida de determinadas personas las crueldades de un gobierno autoritario. Se hizo una mezcla entre autores veteranos como Alberto Barrera Tyszka y Fedosy Santaella, con jóvenes, blogueros y periodistas”, dice Kozak, y añade que es un libro compuesto por textos que van desde mediados del 2015 hasta principios del 2017, orientado al público extranjero, para que conozca un poco lo que pasa en Venezuela. De ahí que sea distribuido a varios países y ferias.

 
Ricardo Arispe

(Foto: Proyecto fotográfico «Resilientes» de Ricardo Arispe)

—Colofón—
El tiempo determinará si las creaciones artísticas surgidas en esta época tan turbulenta serán definidas como arte o simplemente como manifestaciones ante la represión y la dictadura que enfrenta Venezuela. Quizá haga falta que los artistas y creadores sean más comprometidos y críticos con su contexto, que sus obras dejen un registro de los hechos históricos, pues realmente son pocas las que han retratado estos años, cuestión necesaria para repensar el presente y el futuro. En 18 años Venezuela ha estado culturalmente aislada, su presencia más allá de películas premiadas o el Sistema Nacional de Orquestas es casi inexistente.

Lo (único) positivo de este panorama es que el ciudadano venezolano, dentro de sus posibilidades, consume las propuestas artísticas de sus creadores, sin olvidar la gran diáspora intelectual que está tratando de llevar su obra a otras latitudes.


Taquilla venezolana

En los cinco primeros meses del presente año hubo un total de 8.543.193 espectadores de cine. Un 16,3% menos que en el mismo periodo del año pasado. Durante todo el 2016, se vendieron 19.013.796 entradas, un 30,25% menos que en el 2015.

En relación al cine nacional, en el 2015 las películas locales sumaron 1.061.409 espectadores. En el año 2016, 427.326, y fue el filme Tamara, de Elia K. Schneider, el más visto, con 36.196. En lo que va del 2017 suman 149.078 espectadores, de los cuales 102.806 fueron a ver la película El peor hombre del mundo, ópera prima del cineasta Edgar Rocca.

 
Venezuela


Para entender Venezuela

La producción cultural más relevante en estos 18 años de chavismo.

• Narrativa: 
– Patria o muerte, de Alberto Barrera Tyszka
–  Blue Label, de Eduardo Sánchez Rugeles
– The Night, Rodrigo Blanco Calderón
– Y recuerda que te espero y Los maletines, de Juan Carlos Méndez Guédez
– El discreto enemigo, de Rubi Guerra
– En rojo, de Gisela Kozak Rovero.

• Poesía: 
– País, de Yolanda Pantin
– Memorial de la caída, de Joaquín Marta Sosa.

 Películas: 
– Punto y raya, de Elia Schneider
– Secuestro express, de Jonathan Jakubowicz
– El rumor de las piedras, de Alejandro Bellame
– Hermano, de Marcel Rasquín
– Piedra, papel o tijera, de Hernán Jabes
– Pelo malo, de Mariana Rondón
– Desde allá, de Lorenzo Vigas
– El río que nos atraviesa, de Manuela Blanco
– La soledad, de Jorge Thielen Armand.

 
Ricardo Arispe 2

(Foto: Proyecto fotográfico «Resilentes» de Ricardo Arispe)


Fotografías, lacrimógenas, máscaras

En el campo de la fotografía destaca el proyecto Resilientes, de Ricardo Arispe. En sus imágenes retrata a ciudadanos de a pie y figuras públicas con máscaras antigás, para representar parte de la cotidianidad del venezolano en tiempos de protestas. A la par está desarrollando otro proyecto que emula el famoso grafiti de los ojos de Chávez que vigilan al pueblo desde cualquier lugar del país. “La motivación es muy simple: en una situación de crisis como la actual, todos debemos sumar desde nuestra área de conocimiento, y sobre todo si se trata de educar y generar un poco de conciencia. Más que arte en resistencia diría que en ‘acción’ o ‘resiliencia’”, explica Arispe.

Fuente El Comerciohttps://elcomercio.pe/eldominical/venezuela-cultura-marchas-polarizacion-438776

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