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¿Regresarías a Caracas?

Virginia Febles 

Hace un tiempal que escribí este post. Creerán que últimamente tiro del archivo, pero esto ha sido casual! Lo prometo! Después de revisarlo siempre me parecía mal momento.

Hoy lo quiero publicar porque como muchos veo luz al final del túnel aunque sé que lo que ví la última vez que fui no es comparable con lo que se vive ahora. Pongo aquí entonces mi sentir de emigrante desde su lejano hogar… por ahora

¿Regresarías a Caracas?

Esta fue la pregunta que más me hicieron y más me repetí durante el último viaje. Llámalo síndrome de Estocolmo pero yo amo mi ciudad, me gustaría volver, que mis hijos fueran al colegio allá y todo ese idilio que evidencia que no tengo idea clara de qué estoy hablando.

Estar en el sitio donde creciste, en tu casa rodeada de toda tu familia, te genera una diversidad de sentimientos que me gustaría poder expresar pero se los juro, es complicadísimo.

No voy a entrar en el análisis de si se puede o no se puede vivir allá, si es de locos, si hay que salir corriendo. Nada de eso. Eso se lo dejo a cada uno, a los que están, a los que se quieren ir, a los que lucharán hasta la muerte… cada uno con su reflexión, es decir con su peo.

Yo llevo doce años fuera. No salí corriendo, cero exilio, nada grave. Fue la vida que me fue moldeando el futuro y aquí estoy. Podría estar allá pero estoy aquí. Así de simple.

Creo que desde dentro se pierde la perspectiva, -como se pierde desde dentro de casi a cualquier cosa, una relación nociva, un trabajo esclavizante- y lamento decir que con frecuencia, desde fuera tampoco se tiene demasiada.  ¿Desde dónde entonces?  Yo soy de los de fuera y tengo una perspectiva, más o menos, que no digo que sea la buena pero es una.

Cuando voy a Caracas, e intento que sea con toda la frecuencia que mi economía me lo permite, siempre hay alguien que me pregunta: -¿te vendrías a vivir aquí?

Como bien nos dijeron en primaria, la entonación de una pregunta es la clave de la misma. Así pues hay quien pregunta con la entonación de: -estás demente si te piensas venir- o con la entonación de: -te deja el autobús si no te vienes ya-.

Esta es una pregunta muy complicada, deberían eliminarla de una vez.

La Real Academia debería centrarse en sacar de circulación frases y preguntas imposibles y dejarse de rollos que si “Solo” lleva o no acento, que si se puede decir “almóndiga” o “toballa” (que por cierto, por si alguno de la RAE lee mi blog le mando un mensaje, si van a permitir “almóndiga”, quítenle el acento ¿no? y avísenle a Microsoft porque no se han enterado).

Volviendo a lo nuestro, el asunto es ¿yo volvería? ¿Cuántas variables puede tener esa ecuación?

¡Qué insensatez! Cuando me preguntan eso por mi cabeza pasan, a ritmo vertiginoso, respuestas un tanto insolentes del tipo: ¿y tú, no has tenido malos pensamientos con el rubio buenas tardes de tu cuñado? o ¿Ya comentaste con tu hermana que su bebe es bastante feo?

Sería más realista preguntar: ¿te acostarías con Fulano por un millón de dólares?, ahí no hay variables al azar, ya sabes lo que hay, es Si o es No. Alguna dirá: -Ni loca! Y otra más sincera: – Hum…y por quinientos mil también. Eso ya lo dejó claro Demi Moore y aunque no te los ofrezca Robert Redford, un millón de dólares sigue siendo un millón de dólares.

El caso es que yo sinceramente sí volvería. A mí, como a los que conozco en mi situación, nos llama el terruño, que no “la tranquilidad del hogar”, esa no es la frase que aplica… a uno le tintinea la comida, la familia, el olor a tierra mojada de cuando caen los aguaceros interminables… podría desplegarme en cientos de razones, desde las más básica como el carrito de la Cocada de Carlos hasta los regaños de mi abuela de 89 años.

Claro que volvería!. Ahora mismo, agarrando mis maletas y saliendo despavórida pues no, claro que no porque no tengo trabajo, ni dinero, tengo deudas (en euros) y no puedo caerle a mi mamá con mis dos muchachitos, mi marido y una sonrisa. Porque ella es mi mamá y me quiere, pero no me quiere mantener, eso seguro.

Volver requeriría esfuerzo y mucha planificación que lo que fue salir porque ahora ya no soy yo sola y eso cuenta…

Alguno igual dirá: ¡Pero loca! ¿¡y la inseguridad!?… es verdad, chapeau por notarlo.  La inseguridad me da susto profundo, me da miedo, salir, andar, que me roben, que me maten, todo me da miedo pero igual encuentro compensación estando allí.

El tema es que “no es mejor” vivir aquí o vivir allá, eso está de fondo mal planteado. La inmigración o la emigración es territorio gris! No es blanco y negro.

Hay gente que te habla con un tono de reproche, pareciera que perdiste el derecho a opinar de lo que sea y por respuesta obtienes: -Claaaaaaro, muy sabroso, como tú vives allá…

Y por otro lado está el grupo romántico-lunático que cree que eres un escogido de Dios, -Porque claro, tú ni sabrás lo que es comer espagueti con ketchup, como vives allá…

Como te explico, no  vivo en Disneylandia ni desayuno caviar. Y además,  claro que opino porque las cosas que son de uno son para opinar! Y aparte voto! Y las elecciones siempre son en los meses fríos y la fila se hace en la calle! No sé si piensan en eso, pero hay que tener los símbolos patrios bordados en el alma para dispararse dos grados sostenidos en una cola de horas.

Pero si mira a los cubanos que viven en Miami, esos que están bien y ganan buen dinero, tienen una casa  con piscina y mientras cocinan cantan:

“Amo esta isla, soy del Caribe, jamás podría pisar tierra firme porque me inhibe…”

Y si mientras cantan revolviendo los frijoles, tú les saltas y les dices: -Ajá! Tú volverías!? y el tercio seguro que te dice: Yo? Noooooo niña. Y eb bloqueo!!!…

¿Entonces, se entiende? Pues no, no se entiende, que le vamos a hacer.

Yo según pongo un pie en Caracas, no hago más que disfrutar mientras escucho atentamente sobre lo que viven día tras día, lo hartos que están, etc… Es un contraste complicado, no sé cómo explicarlo.

Estando allá una tarde, mientras me tomaba una copa de vino chileno exquisito que costó el sueldo de mi mamá y miraba el Avila imponente en la terraza de mi hermana, escuchaba lo insostenible de una cotidianidad que comenzaba por pescar en los mercados lo que hay para abastecerse. Aquí papel, allá aceite, una amiga con un primo que vende huevos.

No sé qué pensar… Lo del papel me subleva, mira que agregar a tus ocupaciones la labor de cortar en dos el rollo de papel de cocina para trasmutarlo en el indispensable papel para el culo es intolerable y mientras pienso eso estoy en un relax casi oriental, tomándome un vino con mi familia, en medio del verdor y dándome la brisa en la cara. Ah?

Si en ese momento me toman por asalto y me dicen como al cubano: -Ajá! Te vendrías?! Aparte de darme un susto de muerte y sacarme de mi ensimismamiento, le diría: Y tú? Te acostarías con Mengano por un millón de dólares?

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Fuente Dime tú que no http://www.dimetuqueno.com/regresarias-a-caracas/

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¿Regresarías a Caracas?

Virginia Febles 

Hace un tiempal que escribí este post. Creerán que últimamente tiro del archivo, pero esto ha sido casual! Lo prometo! Después de revisarlo siempre me parecía mal momento.

Hoy lo quiero publicar porque como muchos veo luz al final del túnel aunque sé que lo que ví la última vez que fui no es comparable con lo que se vive ahora. Pongo aquí entonces mi sentir de emigrante desde su lejano hogar… por ahora

¿Regresarías a Caracas?

Esta fue la pregunta que más me hicieron y más me repetí durante el último viaje. Llámalo síndrome de Estocolmo pero yo amo mi ciudad, me gustaría volver, que mis hijos fueran al colegio allá y todo ese idilio que evidencia que no tengo idea clara de qué estoy hablando.

Estar en el sitio donde creciste, en tu casa rodeada de toda tu familia, te genera una diversidad de sentimientos que me gustaría poder expresar pero se los juro, es complicadísimo.

No voy a entrar en el análisis de si se puede o no se puede vivir allá, si es de locos, si hay que salir corriendo. Nada de eso. Eso se lo dejo a cada uno, a los que están, a los que se quieren ir, a los que lucharán hasta la muerte… cada uno con su reflexión, es decir con su peo.

Yo llevo doce años fuera. No salí corriendo, cero exilio, nada grave. Fue la vida que me fue moldeando el futuro y aquí estoy. Podría estar allá pero estoy aquí. Así de simple.

Creo que desde dentro se pierde la perspectiva, -como se pierde desde dentro de casi a cualquier cosa, una relación nociva, un trabajo esclavizante- y lamento decir que con frecuencia, desde fuera tampoco se tiene demasiada.  ¿Desde dónde entonces?  Yo soy de los de fuera y tengo una perspectiva, más o menos, que no digo que sea la buena pero es una.

Cuando voy a Caracas, e intento que sea con toda la frecuencia que mi economía me lo permite, siempre hay alguien que me pregunta: -¿te vendrías a vivir aquí?

Como bien nos dijeron en primaria, la entonación de una pregunta es la clave de la misma. Así pues hay quien pregunta con la entonación de: -estás demente si te piensas venir- o con la entonación de: -te deja el autobús si no te vienes ya-.

Esta es una pregunta muy complicada, deberían eliminarla de una vez.

La Real Academia debería centrarse en sacar de circulación frases y preguntas imposibles y dejarse de rollos que si “Solo” lleva o no acento, que si se puede decir “almóndiga” o “toballa” (que por cierto, por si alguno de la RAE lee mi blog le mando un mensaje, si van a permitir “almóndiga”, quítenle el acento ¿no? y avísenle a Microsoft porque no se han enterado).

Volviendo a lo nuestro, el asunto es ¿yo volvería? ¿Cuántas variables puede tener esa ecuación?

¡Qué insensatez! Cuando me preguntan eso por mi cabeza pasan, a ritmo vertiginoso, respuestas un tanto insolentes del tipo: ¿y tú, no has tenido malos pensamientos con el rubio buenas tardes de tu cuñado? o ¿Ya comentaste con tu hermana que su bebe es bastante feo?

Sería más realista preguntar: ¿te acostarías con Fulano por un millón de dólares?, ahí no hay variables al azar, ya sabes lo que hay, es Si o es No. Alguna dirá: -Ni loca! Y otra más sincera: – Hum…y por quinientos mil también. Eso ya lo dejó claro Demi Moore y aunque no te los ofrezca Robert Redford, un millón de dólares sigue siendo un millón de dólares.

El caso es que yo sinceramente sí volvería. A mí, como a los que conozco en mi situación, nos llama el terruño, que no “la tranquilidad del hogar”, esa no es la frase que aplica… a uno le tintinea la comida, la familia, el olor a tierra mojada de cuando caen los aguaceros interminables… podría desplegarme en cientos de razones, desde las más básica como el carrito de la Cocada de Carlos hasta los regaños de mi abuela de 89 años.

Claro que volvería!. Ahora mismo, agarrando mis maletas y saliendo despavórida pues no, claro que no porque no tengo trabajo, ni dinero, tengo deudas (en euros) y no puedo caerle a mi mamá con mis dos muchachitos, mi marido y una sonrisa. Porque ella es mi mamá y me quiere, pero no me quiere mantener, eso seguro.

Volver requeriría esfuerzo y mucha planificación que lo que fue salir porque ahora ya no soy yo sola y eso cuenta…

Alguno igual dirá: ¡Pero loca! ¿¡y la inseguridad!?… es verdad, chapeau por notarlo.  La inseguridad me da susto profundo, me da miedo, salir, andar, que me roben, que me maten, todo me da miedo pero igual encuentro compensación estando allí.

El tema es que “no es mejor” vivir aquí o vivir allá, eso está de fondo mal planteado. La inmigración o la emigración es territorio gris! No es blanco y negro.

Hay gente que te habla con un tono de reproche, pareciera que perdiste el derecho a opinar de lo que sea y por respuesta obtienes: -Claaaaaaro, muy sabroso, como tú vives allá…

Y por otro lado está el grupo romántico-lunático que cree que eres un escogido de Dios, -Porque claro, tú ni sabrás lo que es comer espagueti con ketchup, como vives allá…

Como te explico, no  vivo en Disneylandia ni desayuno caviar. Y además,  claro que opino porque las cosas que son de uno son para opinar! Y aparte voto! Y las elecciones siempre son en los meses fríos y la fila se hace en la calle! No sé si piensan en eso, pero hay que tener los símbolos patrios bordados en el alma para dispararse dos grados sostenidos en una cola de horas.

Pero si mira a los cubanos que viven en Miami, esos que están bien y ganan buen dinero, tienen una casa  con piscina y mientras cocinan cantan:

“Amo esta isla, soy del Caribe, jamás podría pisar tierra firme porque me inhibe…”

Y si mientras cantan revolviendo los frijoles, tú les saltas y les dices: -Ajá! Tú volverías!? y el tercio seguro que te dice: Yo? Noooooo niña. Y eb bloqueo!!!…

¿Entonces, se entiende? Pues no, no se entiende, que le vamos a hacer.

Yo según pongo un pie en Caracas, no hago más que disfrutar mientras escucho atentamente sobre lo que viven día tras día, lo hartos que están, etc… Es un contraste complicado, no sé cómo explicarlo.

Estando allá una tarde, mientras me tomaba una copa de vino chileno exquisito que costó el sueldo de mi mamá y miraba el Avila imponente en la terraza de mi hermana, escuchaba lo insostenible de una cotidianidad que comenzaba por pescar en los mercados lo que hay para abastecerse. Aquí papel, allá aceite, una amiga con un primo que vende huevos.

No sé qué pensar… Lo del papel me subleva, mira que agregar a tus ocupaciones la labor de cortar en dos el rollo de papel de cocina para trasmutarlo en el indispensable papel para el culo es intolerable y mientras pienso eso estoy en un relax casi oriental, tomándome un vino con mi familia, en medio del verdor y dándome la brisa en la cara. Ah?

Si en ese momento me toman por asalto y me dicen como al cubano: -Ajá! Te vendrías?! Aparte de darme un susto de muerte y sacarme de mi ensimismamiento, le diría: Y tú? Te acostarías con Mengano por un millón de dólares?

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Fuente Dime tú que no http://www.dimetuqueno.com/regresarias-a-caracas/

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