Inicio Curiosidades Yo para ser feliz quiero un camión (de comida)

Yo para ser feliz quiero un camión (de comida)

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Food truck’ del restaurante ‘Picsa’, especializado en pizzas argentinas

O lo que es lo mismo: el restaurante con ruedas versión 2015 -y lo que te rondaré morena-, un food truck

Es lo último en gastronomía, un concepto que desde hace años -no muchos- arrasa en Estados Unidos, en México y en algunos países europeos (en ciudades como Oslo, Copenhague, Estocolmo, Amsterdam, Berlín, París o Londres). Hasta el cine se ha ocupado de ello: no hay más que ver la película norteamericana #Chef http://www.metropoli.com/b/peliculas/tt2883512/chef.html

El fenómeno es imparable y, lógicamente, también ha llegado a España. Y aquí se ha convertido en un auténtico boom. En menos de un año el negocio de los food trucks ha crecido como la espuma, convirtiéndose en una tendencia culinaria que tiene que ver mucho con la crisis económica.

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Vista general de Van Van Market en la Monumental de Barcelona (foto: Yosigo).

No se sabe muy bien cómo surgen estas cocinas sobre ruedas, aunque existe cierta unanimidad en asociarla a los típicos carritos de hot dogs y de helados que, desde los años 40 y 50 del siglo pasado, proliferaban por la calles de Nueva York. No está documentado cómo ni a quién se le ocurrió pasar del simple carricoche al camión, y hay todo tipo de teorías que especulan al respecto: que si a finales del siglo XVIII se utilizó una diligencia para transportar comida a los soldados en la Guerra de Secesión; que si en la época del desarrollo urbanístico con la construcción de los rascacielos de la Gran Manzana un empresario aprovechó un viejo camión para montar una especie de bar donde pudieran comer los albañiles que trabajaban por turnos…

Lo que sí queda claro es el final de la historia, que no es otro que la popularización de la comida callejera a escala mundial.

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Detalle de bocadillos en Van Van Food Market (foto: Salva López).

Los food trucks van asociados a lo que internacionalmente se conoce como street food, es decir, comer en la calle. Nada nuevo si se ha viajado por Latinoamérica, el Sudeste Asiático… Pero en Europa tenemos nuestras propias reglas, y la tendencia se vive de otra manera.

Empezando por la legislación, bastante más restrictiva. Lo explica Patricia Mateo, directora general de Mateo&Co, empresa madrileña pionera en organizar un evento pensado específicamente para estos camiones que cocinan en la calle, MadrEat. «En Europa el fenómeno de los food truck se vive con menos libertad, porque somos más proteccionistas con los mercados; y por eso no te dan espacios fijos para aparcarlos, como en EEUU, que lo pueden hacer en cualquier lado. Hay unos lugares preestablecidos y unas licencias específicas», cuenta.

Todo está cambiando muy rápidamente, porque los legisladores, como siempre, van por detrás de la sociedad. Recientemente, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, ha concedido 56 licencias a estos camiones (por cada franja de cuatro horas se pagan entre 70 y 135 euros) que, desde el 1 de julio, están operando en las calles de la Ciudad de la Luz en una serie de emplazamientos concretos que respetan el espacio público y la oferta comercial existente.

Spain is diferent

Pero en España esto no sucede. ¿Por qué, si estamos sometidos a las normas de la UE? Pues sencillamente por la venta ambulante regulada por los Ayuntamientos, que actualmente limita el despacho de comida en la calle y obliga a los FT a instalarse en eventos privados (bodas, fiestas de empresa y saraos de todo tipo).

Con todo y con eso el street food avanza imparable. Empresas que se dedican a tunear vehículos, a alquilarlos, proveedores de vajillas desechables, empresas de equipamientos industriales, talleres específicos, asesorías, asociaciones, páginas webs… el crecimiento empresarial en torno a este fenómeno culinario es imparable. Si hay quien piensa que es una tendencia con fecha de caducidad, se equivoca: el público también está de su parte.

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‘Food truck’ de ‘El Kiosco’: hamburguesas, perritos, churritos de pollo, bocadillos de calamares…

MadrEat, es buena muestra de ello. Arrancaron en octubre del año pasado con seis camiones. «contactamos en toda España con todos los FT que existían y apenas encontramos siete», señala Patricia Mateo, y nueve ediciones más tarde -la última este pasado mes de julio- han reunido 65. «En 2014 no había más que dos empresas que los alguilaran, una en Madrid y otra en Valencia. Hoy, sólo en Madrid, hay 15 y una de ellas tiene un parque de 50 vehículos», añade. Y todo eso ha ocurrido en sólo siete meses.

¿Qué hace falta para montar un camión de comida? Todo lo necesario se puede comprar o alquilar. En el primer caso, por 15.000 euros puede adquirirse una caravana vintage lista para cocinar, precio que sube hasta los 30.000 euros si se trata de una furgoneta de la década de los 50-70 del siglo pasado (sobre todo, la Citröen HY o la Ford Transit, modelos que arrasan). En caso de alquilarlas, el desembolso oscila entre los 500 y los 1.000 euros el fin de semana, según modelos y equipamiento.

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La furgoneta ‘HuMMMo’, de Jesús Almagro, pord entro.

Y es que en un espacio muy limitado los camiones llevan de todo. «Damos un servicio de restaurante en sólo tres metros cuadrados, y el equipamiento es profesional: campana, nevera, plancha, grifo de cerveza, incluso llevamos bidones de agua y un convertidor para agua caliente», nos cuenta Jesús Almagro, encargado de la oferta gastronómica de la autocaravana HuMMMo, un camión en propiedad que se pasará todo agosto en el campeonato de Polo de Sotogrande (Cádiz). Su oferta de bocados ahumados con diferentes maderas se ha estrenado en Madrid el mes pasado (pincha aquí ver el vídeo de inauguración). Hamburguesas, pierna de cerdo, costilla de cerdo, chuleta de vaca, cordero…, marinados y ahumados, una propuesta diferente y con un toque de ingredientes y salsas de diferentes países (entre 4 y 7 euros, raciones con 200 g de carne).

En Almagro y su FT confluyen varios factores comunes a estas cocinas rodantes. Lo señalan desde la organización de Van Van Mercat Gastronómada, una caravana rodante de furgonetas y roulottes vintages que se desplazan por toda Cataluña. «Hay tres tipos de food truckeros: emprendedores jóvenes, empresas y restaurantes consolidados y gente que se ha reinventado con la crisis».

Mil cocinas sobre ruedas

Alternativa a la restauración tradicional, la gastronomía que puede probarse en estos camiones es prácticamente ilimitada. El formato habitual es -volvemos a los anglicismos- el finger food, comida que se pueda comer con las manos. Hay de todo: croquetas, noodles, baos, butifarras, dumplings, sushi, tacos, ceviches, empanadillas, morcilla, pizzas, crepes, ramen, perritos calientes, hamburguesas, cupcakes, tartas, cocas y ensaimadas, mil cosas. En algunos, se pueden comer propuestas mediterráneas, o tapas o platos castizos; en otros, bocatas de todo tipo, platillos asiáticos o peruanos, monoproductos (como el MeatTruck-La Finca, sólo carne de Jiménez Barbero; o pescado, como el FishTruck de Sr. Martín, conocida pescadería madrileña; de chacinas, con la Jamoneta de Sánchez  Romero; de vermut, La Vermuneta de Zarro; cervezas, con su furgoneta La Virgen, café, con Tomad Café; vinos, como el FT de Bodegas Torres…), la lista sería interminable.

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Bocadillo de butifarra

Hay muchos y buenos cocineros detrás de estas propuestas callejeras. Algunos de talla mundial, como José Andrés, que con su Pepe Food Truck recorre las calles de Washington ofreciendo bocatas españoles, gazpacho y sopa de fideos; o el no menos célebre Jamie Oliver, que cuenta con un enorme camión-escuela donde enseña y da de comer a niños por todo Reino Unido.

«Nosotros apostamos por chefs conocidos, que aportaran valor gastronómico a los FT», aclara Patricia Mateo, cuyo evento, MadrEat (que se celebra en Azca el tercer fin de semana de cada mes) reúne más cocinas rodantes de autor de toda España. Estanis Carenzo, presente en los restaurantes móviles de Chifa, cervezas La Virgen o Picsa es uno de los veteranos. Sus empanadillas de pollo y huitlacoche, el gazpacho japonés o sus renombrados perritos calientes siempre están solicitados. Como las jugosísimas y recién horneadas empanadas de Iván Domínguez en la furgoneta de Alborada, uno de los chefs con estrellas Michelin que se ha pasado también a la comida callejera. Igual que Ricardo Sanz que en Qúbel&Kabuki ofrece sus irrenunciables sushis. En el FT de La Cesta, Óscar Velasco sirve cosas tan apetecibles como las alitas de pollo con guacamole, el bocadillo de costilla o el lomo de sardina ahumada. Desde Valdemoro, Chirón (igualmente una estrella) lleva a la calle el yogur de morcilla o el bocata de lomo de orza; de TriCiclo traen su patata rellena de rabo guisado o el bocata de albóndigas, y los chicos de Arzábal el fish & chip de pez mantequilla o el bocadillo de oreja.

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Detalle de comida en Van Van Market Food (foto: Héctor).

La relación sería interminable: el bao de cerdo y curry de Chuka Ramen Bar, la piadina con porchetta y alioli calabrés-siciliano de Mercato Ballaró en Tretenori, la alta pastelería de Alejando Montes de Mamá Framboise… Sin olvidar el camión de Koldo Rodero en Palma de Mallorca, decano en esto de la cocina rodante, que ofrece 12 variedades de perritos calientes (alemán, peruano, asiático, yankie, español) y sus celebradas hamburguesas, o el no menos conocido Carles Abellán, que pasea su Yango Food Truck por el asfalto de Barcelona ofreciendo llonganissa a la brasa en distintas versiones, con ingredientes y salsas de todo el mundo.

Sólo es una muestra. Estaba claro que en España iba a encajar el fenómeno, por idiosincrasia, por el clima, porque nos gusta estar en la calle, porque tenemos el mayor número de bares del mundo y porque nuestra cocina tiene un enorme atractivo, pujanza, creatividad e interés.

Y esto no ha hecho más que empezar…

Fuente: Gastropoli

http://www.metropoli.com/blogs/gastropoli/2015/08/08/yo-para-ser-feliz-quiero-un-camion-de.html

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Food truck’ del restaurante ‘Picsa’, especializado en pizzas argentinas

O lo que es lo mismo: el restaurante con ruedas versión 2015 -y lo que te rondaré morena-, un food truck

Es lo último en gastronomía, un concepto que desde hace años -no muchos- arrasa en Estados Unidos, en México y en algunos países europeos (en ciudades como Oslo, Copenhague, Estocolmo, Amsterdam, Berlín, París o Londres). Hasta el cine se ha ocupado de ello: no hay más que ver la película norteamericana #Chef http://www.metropoli.com/b/peliculas/tt2883512/chef.html

El fenómeno es imparable y, lógicamente, también ha llegado a España. Y aquí se ha convertido en un auténtico boom. En menos de un año el negocio de los food trucks ha crecido como la espuma, convirtiéndose en una tendencia culinaria que tiene que ver mucho con la crisis económica.

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Vista general de Van Van Market en la Monumental de Barcelona (foto: Yosigo).

No se sabe muy bien cómo surgen estas cocinas sobre ruedas, aunque existe cierta unanimidad en asociarla a los típicos carritos de hot dogs y de helados que, desde los años 40 y 50 del siglo pasado, proliferaban por la calles de Nueva York. No está documentado cómo ni a quién se le ocurrió pasar del simple carricoche al camión, y hay todo tipo de teorías que especulan al respecto: que si a finales del siglo XVIII se utilizó una diligencia para transportar comida a los soldados en la Guerra de Secesión; que si en la época del desarrollo urbanístico con la construcción de los rascacielos de la Gran Manzana un empresario aprovechó un viejo camión para montar una especie de bar donde pudieran comer los albañiles que trabajaban por turnos…

Lo que sí queda claro es el final de la historia, que no es otro que la popularización de la comida callejera a escala mundial.

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Detalle de bocadillos en Van Van Food Market (foto: Salva López).

Los food trucks van asociados a lo que internacionalmente se conoce como street food, es decir, comer en la calle. Nada nuevo si se ha viajado por Latinoamérica, el Sudeste Asiático… Pero en Europa tenemos nuestras propias reglas, y la tendencia se vive de otra manera.

Empezando por la legislación, bastante más restrictiva. Lo explica Patricia Mateo, directora general de Mateo&Co, empresa madrileña pionera en organizar un evento pensado específicamente para estos camiones que cocinan en la calle, MadrEat. «En Europa el fenómeno de los food truck se vive con menos libertad, porque somos más proteccionistas con los mercados; y por eso no te dan espacios fijos para aparcarlos, como en EEUU, que lo pueden hacer en cualquier lado. Hay unos lugares preestablecidos y unas licencias específicas», cuenta.

Todo está cambiando muy rápidamente, porque los legisladores, como siempre, van por detrás de la sociedad. Recientemente, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, ha concedido 56 licencias a estos camiones (por cada franja de cuatro horas se pagan entre 70 y 135 euros) que, desde el 1 de julio, están operando en las calles de la Ciudad de la Luz en una serie de emplazamientos concretos que respetan el espacio público y la oferta comercial existente.

Spain is diferent

Pero en España esto no sucede. ¿Por qué, si estamos sometidos a las normas de la UE? Pues sencillamente por la venta ambulante regulada por los Ayuntamientos, que actualmente limita el despacho de comida en la calle y obliga a los FT a instalarse en eventos privados (bodas, fiestas de empresa y saraos de todo tipo).

Con todo y con eso el street food avanza imparable. Empresas que se dedican a tunear vehículos, a alquilarlos, proveedores de vajillas desechables, empresas de equipamientos industriales, talleres específicos, asesorías, asociaciones, páginas webs… el crecimiento empresarial en torno a este fenómeno culinario es imparable. Si hay quien piensa que es una tendencia con fecha de caducidad, se equivoca: el público también está de su parte.

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‘Food truck’ de ‘El Kiosco’: hamburguesas, perritos, churritos de pollo, bocadillos de calamares…

MadrEat, es buena muestra de ello. Arrancaron en octubre del año pasado con seis camiones. «contactamos en toda España con todos los FT que existían y apenas encontramos siete», señala Patricia Mateo, y nueve ediciones más tarde -la última este pasado mes de julio- han reunido 65. «En 2014 no había más que dos empresas que los alguilaran, una en Madrid y otra en Valencia. Hoy, sólo en Madrid, hay 15 y una de ellas tiene un parque de 50 vehículos», añade. Y todo eso ha ocurrido en sólo siete meses.

¿Qué hace falta para montar un camión de comida? Todo lo necesario se puede comprar o alquilar. En el primer caso, por 15.000 euros puede adquirirse una caravana vintage lista para cocinar, precio que sube hasta los 30.000 euros si se trata de una furgoneta de la década de los 50-70 del siglo pasado (sobre todo, la Citröen HY o la Ford Transit, modelos que arrasan). En caso de alquilarlas, el desembolso oscila entre los 500 y los 1.000 euros el fin de semana, según modelos y equipamiento.

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La furgoneta ‘HuMMMo’, de Jesús Almagro, pord entro.

Y es que en un espacio muy limitado los camiones llevan de todo. «Damos un servicio de restaurante en sólo tres metros cuadrados, y el equipamiento es profesional: campana, nevera, plancha, grifo de cerveza, incluso llevamos bidones de agua y un convertidor para agua caliente», nos cuenta Jesús Almagro, encargado de la oferta gastronómica de la autocaravana HuMMMo, un camión en propiedad que se pasará todo agosto en el campeonato de Polo de Sotogrande (Cádiz). Su oferta de bocados ahumados con diferentes maderas se ha estrenado en Madrid el mes pasado (pincha aquí ver el vídeo de inauguración). Hamburguesas, pierna de cerdo, costilla de cerdo, chuleta de vaca, cordero…, marinados y ahumados, una propuesta diferente y con un toque de ingredientes y salsas de diferentes países (entre 4 y 7 euros, raciones con 200 g de carne).

En Almagro y su FT confluyen varios factores comunes a estas cocinas rodantes. Lo señalan desde la organización de Van Van Mercat Gastronómada, una caravana rodante de furgonetas y roulottes vintages que se desplazan por toda Cataluña. «Hay tres tipos de food truckeros: emprendedores jóvenes, empresas y restaurantes consolidados y gente que se ha reinventado con la crisis».

Mil cocinas sobre ruedas

Alternativa a la restauración tradicional, la gastronomía que puede probarse en estos camiones es prácticamente ilimitada. El formato habitual es -volvemos a los anglicismos- el finger food, comida que se pueda comer con las manos. Hay de todo: croquetas, noodles, baos, butifarras, dumplings, sushi, tacos, ceviches, empanadillas, morcilla, pizzas, crepes, ramen, perritos calientes, hamburguesas, cupcakes, tartas, cocas y ensaimadas, mil cosas. En algunos, se pueden comer propuestas mediterráneas, o tapas o platos castizos; en otros, bocatas de todo tipo, platillos asiáticos o peruanos, monoproductos (como el MeatTruck-La Finca, sólo carne de Jiménez Barbero; o pescado, como el FishTruck de Sr. Martín, conocida pescadería madrileña; de chacinas, con la Jamoneta de Sánchez  Romero; de vermut, La Vermuneta de Zarro; cervezas, con su furgoneta La Virgen, café, con Tomad Café; vinos, como el FT de Bodegas Torres…), la lista sería interminable.

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Bocadillo de butifarra

Hay muchos y buenos cocineros detrás de estas propuestas callejeras. Algunos de talla mundial, como José Andrés, que con su Pepe Food Truck recorre las calles de Washington ofreciendo bocatas españoles, gazpacho y sopa de fideos; o el no menos célebre Jamie Oliver, que cuenta con un enorme camión-escuela donde enseña y da de comer a niños por todo Reino Unido.

«Nosotros apostamos por chefs conocidos, que aportaran valor gastronómico a los FT», aclara Patricia Mateo, cuyo evento, MadrEat (que se celebra en Azca el tercer fin de semana de cada mes) reúne más cocinas rodantes de autor de toda España. Estanis Carenzo, presente en los restaurantes móviles de Chifa, cervezas La Virgen o Picsa es uno de los veteranos. Sus empanadillas de pollo y huitlacoche, el gazpacho japonés o sus renombrados perritos calientes siempre están solicitados. Como las jugosísimas y recién horneadas empanadas de Iván Domínguez en la furgoneta de Alborada, uno de los chefs con estrellas Michelin que se ha pasado también a la comida callejera. Igual que Ricardo Sanz que en Qúbel&Kabuki ofrece sus irrenunciables sushis. En el FT de La Cesta, Óscar Velasco sirve cosas tan apetecibles como las alitas de pollo con guacamole, el bocadillo de costilla o el lomo de sardina ahumada. Desde Valdemoro, Chirón (igualmente una estrella) lleva a la calle el yogur de morcilla o el bocata de lomo de orza; de TriCiclo traen su patata rellena de rabo guisado o el bocata de albóndigas, y los chicos de Arzábal el fish & chip de pez mantequilla o el bocadillo de oreja.

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Detalle de comida en Van Van Market Food (foto: Héctor).

La relación sería interminable: el bao de cerdo y curry de Chuka Ramen Bar, la piadina con porchetta y alioli calabrés-siciliano de Mercato Ballaró en Tretenori, la alta pastelería de Alejando Montes de Mamá Framboise… Sin olvidar el camión de Koldo Rodero en Palma de Mallorca, decano en esto de la cocina rodante, que ofrece 12 variedades de perritos calientes (alemán, peruano, asiático, yankie, español) y sus celebradas hamburguesas, o el no menos conocido Carles Abellán, que pasea su Yango Food Truck por el asfalto de Barcelona ofreciendo llonganissa a la brasa en distintas versiones, con ingredientes y salsas de todo el mundo.

Sólo es una muestra. Estaba claro que en España iba a encajar el fenómeno, por idiosincrasia, por el clima, porque nos gusta estar en la calle, porque tenemos el mayor número de bares del mundo y porque nuestra cocina tiene un enorme atractivo, pujanza, creatividad e interés.

Y esto no ha hecho más que empezar…

Fuente: Gastropoli

http://www.metropoli.com/blogs/gastropoli/2015/08/08/yo-para-ser-feliz-quiero-un-camion-de.html

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