Se tomó el humor en serio e hizo de este su vocación. Uno de los pioneros del stand-up comedy en Venezuela relata los detalles de una carrera de largo aliento que finalmente comienza a dar frutos
Su primera vez en pantalla fue en el Show de Joselo. Era el niño «echador de broma» de su clase, pero aunque siempre quiso ser actor no percibía el humor como un don, mucho menos como una carrera. Al día siguiente de la transmisión de su participación en el recordado programa humorístico, George Harris sentía que había logrado una hazaña: «Me bajé del transporte del Instituto Edutécnico Moderno sintiéndome como Brad Pitt. Estaba en cuarto grado y yo salí de ese transporte levitando».
Aunque en su familia nadie se dedique al mundo artístico, Harris sí reconoce su vena humorística como una fortaleza de su círculo más cercano. Fue de ahí que aprendió a hacer de tripas corazón y a sacarle el lado hilarante a todo. Sin embargo, le tomó varios años asumir que lo suyo era hacer reír a otros y no solo como el echador de cuentos de la fiesta, sino como quien asume el humor en serio, como forma de vida.
George Harris se confiesa tímido, pero aun así no dejaba pasar ni uno solo de los actos del colegio: «Era el payaso del salón, me la pasaba echando cuentos. Cuando le ocurría algo a alguien no le preguntaban a esa persona sino que decían: ‘Que lo cuente George que él lo cuenta comiquísimo’.
Las profesoras me decían que debía ser actor, pero yo no quería actuar en telenovelas, que es lo típico que la gente se imagina. No sabía a qué rama de la actuación me quería dedicar». Harris estudió Comunicación Social y Actuación, ganó una beca en el canal RCTV y posteriormente tuvo algunas participaciones muy breves en producciones como Mi gorda bella y Ciudad Bendita: «Ahora veo eso y me da pena. Pero todos tenemos un pasado oscuro».
El paro de 2002 le hizo replantearse las cosas y se fue a España a estudiar Actuación. Fue en uno de esos cursos que descubrió que lo suyo, finalmente, era la comedia: «Cuando era chamo, dar risa no me parecía un talento, y allí me di cuenta de que podía hacer algo más serio con el humor».
Durante su permanencia en ese país, trabajó en el aeropuerto asistiendo a los turistas e hizo muchas participaciones mínimas en películas: «Ellos llaman a eso ‘hacer figuraciones’. En todas las películas españolas que se produjeron de 2003 a 2006 yo crucé todas las calles, cerré todas las puertas, salí detrás de todo el mundo».
Mientras tanto, sus amigos le insistían en que probara suerte contando historias con su estilo característico, capaz de convertir un drama en un cuento delirante: «Después de tanta insistencia me subí al bar de un amigo en Chueca a contar por qué un venezolano decide irse a España. Hasta entonces no teníamos la idea de emigrar, éramos turistas con nuestros lentes oscuros y nuestros dólares.
Y la actitud del turista es muy distinta a cuando llegas como emigrante. Se trata de vivir esa experiencia y contarle a esa gente que yo era uno más del montón de gente que quiere vivir una vida digna y formar parte de una comunidad. Ese show gustó mucho y entonces decidí dedicarme a esto».
Luego de tres años en España, regresa a Venezuela con su rutina bajo el brazo, pero el stand-up no era un género muy conocido ni comercialmente explotado en el país, por lo que el humorista caraqueño comenzó a tocar puertas en busca de oportunidades. Aunque los inicios fueron un poco improvisados, finalmente consiguió un espacio los lunes en la noche en el extinto local En Vivo, que luego se trasladaría a Teatro Bar.
Allí, además de tener la oportunidad de mostrar su rutina (que incluía anécdotas sobre el comportamiento del venezolano en diversas situaciones, e historias propias aderezadas con su toque), también se convirtió en uno de los representantes de la nueva ola del humor en el país.
Bobby Comedia, Reuben Morales e Iván Aristeguieta fueron algunos de los nombres que le acompañarían en esos comienzos en los que le tocó escuchar más de una vez que su proyecto iba a fracasar: «Mucha gente vio el stand-up como una oportunidad de trabajo, conté con el apoyo de mucha gente de la radio, mucha gente del medio iba a las presentaciones porque querían ver qué era lo que estaba pasando ahí. Desde ese momento no me he bajado del escenario y ha sido increíble».
Luego de cinco años con el espectáculo Micrófono abierto, decide irse a Miami por tres meses a probar suerte, mas terminó quedándose. Empezó en un bar que estaba muy alejado de los lugares de entretenimiento más conocidos. Nuevamente, le dijeron que no lo lograría; sin embargo, ya había pasado por eso: «Era la misma negatividad que en Caracas, pero con otro acento. La primera vez que hice mi rutina había nueve personas, y la dueña me decía que qué pena, que por favor no me subiera al escenario. Yo me subí y les dije a los asistentes que se agarraran de las manos, que íbamos a hacer una cadena de oración para que llegara más gente. Yo creo que funcionó», cuenta hilarante.
Dos años después la afluencia de público superó la capacidad del bar y comenzó a presentarse en Flamingo, un local que había estado cerrado durante dos décadas y que hizo su reinauguración con el show: «El primer día metimos 370 personas y quedó gente afuera. Ahora presento a otros comediantes, a cantantes. Me decían que tenía que hablar con acento neutro porque no me iban a entender y es mentira, somos la misma gente. Yo no voy a perder mi identidad y voy a hablar así hasta que vengan los cuatro jinetes del Apocalipsis».
Después de crear un canal de Youtube y empezar a transmitir su rutina por vía online, el canal Tv Venezuela compró su programa para transmitirlo a todo Estados Unidos. Además, con su nuevo espectáculo, Típico, volvió a Caracas e irá a ciudades como Madrid, Barcelona, Londres, Nueva York, Memphis y Boston a contarle a la comunidad hispana anécdotas sobre su infancia que, según ha descubierto, no están tan alejadas de las historias de sus coterráneos: «Quiero hablar acerca de algo que nos una y lo que nos une es nuestra niñez. Todos tuvimos el transporte, el uniforme, el sello. Hace poco se me acercaron dos salvadoreños y me dijeron que para ellos fue igual. Quiero que la gente salga con buen sabor de boca».
Después de 10 años de encarar al público por primera vez, el balance de Harris es positivo: «Estoy lleno de anécdotas de gente que creyó en mí. Mariela Celis me enseñó a cobrar por mi labor, Camila Caníbal me enseñó a valorarme. He vivido cosas increíbles, he estado en programas en los que me reciben como ‘el comediante venezolano’ después de haber pasado tanto trabajo. Yo he salido a repartir volantes en una cola bajo el sol, he dado todos los pasos para llegar donde estoy. Me siento muy humilde porque todo me lo he ganado a pulso, es un trabajo diario y quiero seguir haciéndolo hasta el último día de mi vida».
Humor en las redes
En Youtube: El George Harris
En Twitter: @ElGeorgeHarris
Epígrafe 1: «Hay comentarios de gente que cree que hablo mal de Venezuela. No es así, para nada, porque hablar mal de mi país es hablar mal de mí mismo. Yo hablo de las cosas que suceden en Venezuela y que nadie me las ha contado. El sueldo, la quincena. Es como ser un cronista. Estamos viviendo un momento especial, pero va a pasar»
Epígrafe 2: «Esa cosa de que tu carrera dependa de otro, de un casting, de un correo, de figurar en una fiesta, me parece terrible. Yo escribo mis historias, echo mis cuentos, no quiero que me manden al gimnasio, a comer proteína. Quiero ser libre»
Piense rápido
— Nombre completo
—George Harris González Shaw.
— ¿Cuánto mide?
—1,87 metros.
— ¿Cuánto calza?
—43.
— ¿Qué se lleva de los hoteles?
—El champú.
— ¿El piropo más extraño que le hayan dicho?
—»Ven para que me eches ese cuento en el baño».
— ¿Qué hace cuando el público no se ríe?
—Paro el tema y lo enlazo con otras cosas.
— ¿En qué improvisa?
—Soy muy serio con mi trabajo, pero mis relaciones personales son muy improvisadas.
— Un show de TV
—Ellen DeGeneres Show.
— Un comediante
—Eva Hache.
— ¿Qué hace después de un show?
—Me voy al camerino y me siento a descansar.
— ¿Una palabra que lo defina?
—Storyteller. Soy un contador de historias.
Fuente: El Nacional
ISBEL DELGADO
IDELGADO@EL-NACIONAL.COM