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Negocio da vida a un mundo de juguete

Venezolanos emprendedores 1

Era mayo del 2001 cuando Sandra Pérez llegó a Tampa con su marido, Alfredo Medina, y sus dos hijos, uno de cuatro años y el otro de apenas meses. Su arribo no fue resultado de la casualidad sino por la inseguridad y la crisis económica que empezaba a sentirse con más fuerza en su natal Venezuela.

“Hace 14 años mi país no era la sombra de lo que es ahora”, dijo Pérez, de 43 años. “Temíamos que la situación iba a empeorar y por eso salimos”.

Para solventar el salto migratorio y establecerse sin problemas, al menos durante el primer año, la pareja vendió una tienda de abarrotes en Valencia, capital del estado de Carabobo, y un salón de fiestas infantiles, Rumbita, donde los niños celebraban cumpleaños y se divertían con payasos, música y globos.

“Dejamos todo lo que habíamos conseguido con mucho sacrificio”, recordó Pérez. “No teníamos otra opción”.

En Tampa, Pérez y su marido tuvieron que empezar desde cero, aprender inglés a la carrera e integrarse a su nuevo entorno. Él encontró un empleo como instalador de cables de fibra óptica; ella –una administradora de negocios en su país de origen– se propuso sacar una maestría y evaluar la posibilidad de un nuevo proyecto de negocios.

“Con todo lo que teníamos que hacer nunca abandonamos totalmente esa idea”, dijo Pérez. “Aunque parecía imposible de realizar, siempre estuvo presente”.

La necesidad de abrirse paso con un plan empresarial pudo más y Pérez –astuta y desinhibida– buscó una oportunidad de financiación en el sistema bancario. El comienzo no fue muy alentador. Ningún banco mostró interés en dar un préstamo a un matrimonio recién llegado.

Sin embargo, con el dinero que aún quedaba de los ahorros ($7,000), Pérez y su marido volvieron a las raíces que les dejó Rumbita y decidieron probar suerte en Tampa. El resultado fue la compra de tres casas y toboganes inflables para fiestas infantiles. La idea tuvo buena acogida y fueron haciéndose conocidos en el mercado local.

“A la gente le encantó y durante esos primeros años le tomamos un buen pulso al mercado”, dijo Pérez. “No perdíamos ninguna oportunidad y siempre estábamos dispuestos a llevar nuestros juegos inflables adonde los necesitasen”.

En el 2009 el matrimonio decidió alquilar un establecimiento comercial, en Carrollwood, y abrir las puertas de Gator Fred’s, un mundo de juguete donde las casas inflables, los deslizadores multicolores y el lagarto Fred (un personaje creado para la ocasión) ponen la cuota de entretenimiento y diversión infantil.

“Es un lugar muy interactivo”, dijo Pérez. “Los niños que vienen aquí tienen la oportunidad de soñar y jugar todo lo que quieran”.

El entretenimiento incluye dos salones privados para fiestas infantiles y un espacio de juegos y cuidados para los más pequeños. Gator Fred’s ofrece también ambientes donde los niños dan rienda suelta a su imaginación y habilidades, tales como una cocina, estación de bomberos, teatro, hospital, pizzería, supermercado y gimnasio.

Empresas de origen hispano como Gator Fred’s juegan un rol importante en el desarrollo y sostenimiento de este rubro empresarial. A nivel estatal, el empuje de las empresas hispanas es más que favorable. Las compañías y negocios latinos aportan, en conjunto, ingresos de aproximadamente $6,000 millones al año a las arcas estatales, según la Cámara de Comercio Hispana de Estados Unidos.

Pero el camino hacia el éxito no es fácil. Estudios de la Administración de Pequeños Negocios del Departamento de Comercio de EEUU muestran que sólo el 20% de las nuevas empresas se encuentra aún en operación después de los primeros cinco años. La mayoría tiene que cerrar por problemas de contabilidad y falta de capacidad en gestiones operativas, entre otros.

A pesar de los retos y las dificultades de comenzar un negocio, Florida continúa siendo un imán para los emprendedores, especialmente para una nueva ola de venezolanos que ha emigrado en años recientes debido a la convulsión social de su país.

La comunidad venezolana es una de las poblaciones de mayor crecimiento. Según datos del Census American Community Survey, el número de venezolanos en la Florida pasó de 41,000 pobladores en el 2000, a más de 102,000 en el 2010, un aumento de 150%.

Las cifras muestran también que al menos 6,000 venezolanos, como Pérez y Medina, viven en el área de la Bahía de Tampa.

“Gator Fred’s es un negocio que tiene éxito por su filosofía”, dijo Pérez sobre su empresa, la cual cuenta con una página web, Gatorfreds.com. “No es un gran secreto. Es una filosofía que está guiada por el amor y la dedicación”.

Fuente:http://centrotampa.com/
Para comunicarse con nuestro reportero: jchavez@centrotampa.com

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“Hace 14 años mi país no era la sombra de lo que es ahora”, dijo Pérez, de 43 años. “Temíamos que la situación iba a empeorar y por eso salimos”.

Para solventar el salto migratorio y establecerse sin problemas, al menos durante el primer año, la pareja vendió una tienda de abarrotes en Valencia, capital del estado de Carabobo, y un salón de fiestas infantiles, Rumbita, donde los niños celebraban cumpleaños y se divertían con payasos, música y globos.

“Dejamos todo lo que habíamos conseguido con mucho sacrificio”, recordó Pérez. “No teníamos otra opción”.

En Tampa, Pérez y su marido tuvieron que empezar desde cero, aprender inglés a la carrera e integrarse a su nuevo entorno. Él encontró un empleo como instalador de cables de fibra óptica; ella –una administradora de negocios en su país de origen– se propuso sacar una maestría y evaluar la posibilidad de un nuevo proyecto de negocios.

“Con todo lo que teníamos que hacer nunca abandonamos totalmente esa idea”, dijo Pérez. “Aunque parecía imposible de realizar, siempre estuvo presente”.

La necesidad de abrirse paso con un plan empresarial pudo más y Pérez –astuta y desinhibida– buscó una oportunidad de financiación en el sistema bancario. El comienzo no fue muy alentador. Ningún banco mostró interés en dar un préstamo a un matrimonio recién llegado.

Sin embargo, con el dinero que aún quedaba de los ahorros ($7,000), Pérez y su marido volvieron a las raíces que les dejó Rumbita y decidieron probar suerte en Tampa. El resultado fue la compra de tres casas y toboganes inflables para fiestas infantiles. La idea tuvo buena acogida y fueron haciéndose conocidos en el mercado local.

“A la gente le encantó y durante esos primeros años le tomamos un buen pulso al mercado”, dijo Pérez. “No perdíamos ninguna oportunidad y siempre estábamos dispuestos a llevar nuestros juegos inflables adonde los necesitasen”.

En el 2009 el matrimonio decidió alquilar un establecimiento comercial, en Carrollwood, y abrir las puertas de Gator Fred’s, un mundo de juguete donde las casas inflables, los deslizadores multicolores y el lagarto Fred (un personaje creado para la ocasión) ponen la cuota de entretenimiento y diversión infantil.

“Es un lugar muy interactivo”, dijo Pérez. “Los niños que vienen aquí tienen la oportunidad de soñar y jugar todo lo que quieran”.

El entretenimiento incluye dos salones privados para fiestas infantiles y un espacio de juegos y cuidados para los más pequeños. Gator Fred’s ofrece también ambientes donde los niños dan rienda suelta a su imaginación y habilidades, tales como una cocina, estación de bomberos, teatro, hospital, pizzería, supermercado y gimnasio.

Empresas de origen hispano como Gator Fred’s juegan un rol importante en el desarrollo y sostenimiento de este rubro empresarial. A nivel estatal, el empuje de las empresas hispanas es más que favorable. Las compañías y negocios latinos aportan, en conjunto, ingresos de aproximadamente $6,000 millones al año a las arcas estatales, según la Cámara de Comercio Hispana de Estados Unidos.

Pero el camino hacia el éxito no es fácil. Estudios de la Administración de Pequeños Negocios del Departamento de Comercio de EEUU muestran que sólo el 20% de las nuevas empresas se encuentra aún en operación después de los primeros cinco años. La mayoría tiene que cerrar por problemas de contabilidad y falta de capacidad en gestiones operativas, entre otros.

A pesar de los retos y las dificultades de comenzar un negocio, Florida continúa siendo un imán para los emprendedores, especialmente para una nueva ola de venezolanos que ha emigrado en años recientes debido a la convulsión social de su país.

La comunidad venezolana es una de las poblaciones de mayor crecimiento. Según datos del Census American Community Survey, el número de venezolanos en la Florida pasó de 41,000 pobladores en el 2000, a más de 102,000 en el 2010, un aumento de 150%.

Las cifras muestran también que al menos 6,000 venezolanos, como Pérez y Medina, viven en el área de la Bahía de Tampa.

“Gator Fred’s es un negocio que tiene éxito por su filosofía”, dijo Pérez sobre su empresa, la cual cuenta con una página web, Gatorfreds.com. “No es un gran secreto. Es una filosofía que está guiada por el amor y la dedicación”.

Fuente:http://centrotampa.com/
Para comunicarse con nuestro reportero: jchavez@centrotampa.com

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